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Repudio Mundial

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La natural alegría que causó en nuestro país el triunfo de la selección nacional ante España en el campeonato mundial de fútbol en curso, fue bochornosamente opacada por la vergonzosa conducta de un grupo de unos 150 chilenos que, sin tener entradas, ingresó violentamente al estadio Maracaná de Río de Janeiro, destruyendo cuanto encontró a su paso, asaltando la sala de prensa y atacando a los voluntarios que custodiaban el recinto. Sus desmanes, ampliamente mostrados por todos los medios del planeta, ensuciaron la imagen de Chile ante el mundo, desdibujando el natural buen comportamiento de los casi 40 mil connacionales que asistieron al encuentro, pagando sus boletos para vitorear al equipo chileno. (Incidentalmente, el que varias decenas de miles de chilenos puedan permitirse asumir los costos de viajar a este Mundial es decidor del buen pie económico alcanzado por nuestro país.)

Las autoridades brasileñas hicieron bien en prontuariar a tales violentistas, disponer su más pronta expulsión y negarles permiso para ingresar nuevamente a Brasil. Incluso cabe estimar que actuaron con generosidad, pues bien hubieran podido entablar contra ellos acciones penales.

El precio de las entradas no constituye atenuante alguno, pues, evidentemente, los hechores dispusieron de recursos suficientes para viajar hasta Brasil. Sí es posible pensar, en cambio, que hay aquí un efecto de la larga secuela de vandalismo impune que se prolonga ya por décadas entre nosotros.

Es efectivo que en la historia del fútbol esta despreciable conducta encuentra precedentes peores. Por ejemplo, en 1964, en el Estadio Nacional de Lima, en un partido entre peruanos y argentinos, hubo 300 muertos y 500 heridos; en Turquía, en 1967, un partido concluyó con 43 muertos y 300 heridos; en 1985, en la final de la Copa de Europa, en Bruselas, entre el Liverpool inglés y la Juventus italiana, hubo 39 muertos cuando hooligans británicos saltaron la valla que dividía a los aficionados de uno y otro club. Pero nada de eso aminora el repudio que merece la actuación de estos chilenos en el estadio Maracaná el pasado miércoles.

Cabe destacar que muchos compatriotas, en especial de la zona norte, como Antofagasta, Calama e Iquique viajaron a Brasil para seguir a la selección chilena. Los esfuerzos de estos hinchas, muchos de los cuales fueron en caravanas, no pueden ser empañados por grupos minoritarios.

Sería bueno que quienes estuvieron implicados en los desórdenes se les sancione en Chile con la prohibición de ingresar a los estadios, en el marco de la Ley de Seguridad en los Estadios. Así se da una fuerte señal a estos malos hinchas.

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La educación pública de Chile debe cargar sobre sus espaldas la tremenda labor que los normalistas realizaron en su época. Una de estas escuelas, la Abelardo Núñez cumple un año más, aunque ya no funcione como tal. Sus egresados, cada año recuerdan su legado. Se reunen y cierran filas en torno a lo que fue un modelo educativo basado en la disciplina, y sobre todo en la formación humanista de sus profesores. El manual era sencillo pero eficaz. Se le exigía buena presentación y además responsabilidad. La corbata y el vestón denunciaba al 'chute'. 'El profesor es el espejo del niño', operó como el primer mandamiento de ese catecismo que tenía como fin que la infancia se disciplinara y abrazara la razón como única forma de conocer. Durante 131 años formó a los futuros profesores. Con el golpe de Estado cerró sus puertas.