Música chilena: ¿necesita ser impuesta?
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Hasta el 30 de este mes corre el plazo abierto por la Comisión de Educación y Cultura del Senado para presentar indicaciones al proyecto que fija a la radiodifusión chilena porcentajes mínimos (20%) de emisión de música nacional y música de raíz folclórica y de tradición oral. Esta iniciativa se inició hace 7 años en la Cámara Baja por parlamentarios de la UDI -algo inexplicable en una colectividad que propicia una sociedad de libertades-, que estimaron que las expresiones musicales chilenas, así como muchos artistas nacionales, habían ido perdiendo vigencia por falta de exposición de su obra en los medios radiales, lo cual se agravaría porque la Ley de Propiedad Intelectual obliga a quien difunda su música a pagar por ello. La Sociedad Chilena del Derecho de Autor, músicos, cantantes y diversos compositores nacionales celebran su contenido, que estiman ampliamente favorable.
En contrario, la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi) ha expresado su descontento por el brevísimo plazo otorgado para intentar corregir el texto de la iniciativa y, en lo esencial, porque considera que violenta la libertad de expresión de las emisoras y la libertad de elegir de los auditores. Asimismo, advierte que las emisoras regionales tendrían severas dificultades para cumplir con las exigencias que se les impondrían, dadas las limitaciones del repertorio nacional. La Archi ha recordado que siempre ha apoyado la música chilena, pero que su mayor o menor emisión depende del formato editorial de cada emisora, y denuncia que lo que persigue este proyecto es un beneficio económico para algunos músicos nacionales.
Esta 'ley del 20%' crea inquietudes sobre el diseño de las políticas culturales. Más allá de la dudosa eficacia de intentar resaltar los valores nacionales por decreto, ella atentaría contra la libertad de expresión y la libertad editorial de cada medio. Hoy las radios destinan casi 16% de su programación a la música chilena, pero los artistas, como cualquier grupo de interés, lógicamente lo consideran insuficiente.
La radiofonía chilena goza de alta audiencia, confianza y credibilidad. La variedad de sus contenidos es apreciada por oyentes y avisadores. Cualquier imposición programática provocará efectos perversos, como el rechazo de la audiencia y la piratería. La Archi ha representado que la actual institucionalidad cultural admite, en cambio, el diseño de incentivos y políticas de fomento, sin necesidad de que la ley instaure determinadas prácticas de consumo cultural. Lo que ahora se pretende imponer a las programaciones radiales bien podría plantearse mañana para otros medios. Naturalmente, todo esto atropella una libertad esencial para el sistema democrático.
Esta 'ley del 20%'
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