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Controversias morales

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Las definiciones de políticas públicas, así como muchas decisiones tomadas por privados, pero con consecuencias para terceros, suelen provocar controversias morales. Eso es natural, pues son muchos los factores que deben tomarse en cuenta en cada una de estas opciones, y las personas valoran dichos factores de forma diferente. Pero no es lo mismo un juicio moral que un juicio político respecto de cualquier asunto público.

Si un profesor resuelve que debe enseñar a sus alumnos en determinadas condiciones, que implican, por ejemplo, obras y construcciones, puede ser criticado por quienes estiman que otros factores deberían haberse considerado antes de tomar una decisión. Lo mismo puede aplicarse a un juez que condena o libera a una persona acusada de un crimen, juzgándola solo por las pruebas que se le presentaron. Pero si en vez de criticarlo se lo juzga moralmente, y, peor aún, si se lo condena, se cae en lo que tradicionalmente se ha llamado moralismo; esto es, la predisposición a formular juicios de carácter moral donde no corresponde aplicar esa clase de criterios. Quien formula tales juicios en esas circunstancias se presenta ante los demás como alguien que se tiene a sí mismo por superior.

Las numerosas propuestas que ha formulado el Gobierno son objeto legítimo de crítica política, como también lo son las reacciones de los diferentes actores del sistema educacional.

Para la Iglesia Católica, creencia predominante en Chile, lo moral, por cierto, no puede quedar a un lado, pero obviamente en toda época existen visiones legítimamente contrapuestas entre cristianos sobre asuntos contingentes y de sensibilidad pública. Para participar en el debate público, quienes invoquen su condición de cristianos, y más aun quienes lo hagan con investidura episcopal o sacerdotal, deberían fundar sus juicios morales en argumentos razonados, sin recurrir a los llamados sentimientos morales. Estos últimos solo producen distanciamiento entre los distintos segmentos de la sociedad.

La calidad del debate público en Chile aparece deteriorada en el último tiempo precisamente por esta confusión de planos. Contribuyen a ello, la poca disposición a escuchar en algunos personeros de gobierno; el silencio de la oposición y también, los juicios tajantes, generalmente condenatorios, de las acciones de los demás. Es necesario que el país tome conciencia de este cambio, para que proceda a buscar la amistad cívica, tan necesaria para la democracia como la confrontación de ideas.

Deberían fundar

La calidad del

'Cuando no se teme a la muerte, se la hace penetrar en las filas enemigas'.

La Reforma Educacional que impulsa el Gobierno de la Presidenta Bachelet, no tiene otro fin que concretar el sueño de todas las familias de Chile: entregarle una mejor educación a nuestros hijos e hijas. Como Gobierno estamos cumpliendo con nuestro compromiso ante el País, que es iniciar un proceso de transformación profunda a nuestro sistema educativo, que permita asegurar calidad, gratuidad, integración y fin al lucro en la educación.