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¿Es legítimo pagar menos impuestos?

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El Colegio Médico -por medio de la Fundación de Asesoría Tributaria (Fatmed)- ha anunciado la implementación de un servicio de consejería para asuntos contables de sus asociados. La nueva instancia, que ya está funcionando, tiene por objeto ayudar en las cuentas a los profesionales y sus sociedades médicas, para lograr así pagar menos impuestos.

El presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, lo declaró claramente: 'Nosotros no somos expertos en estos temas. A veces los médicos pagan de más o se enredan en los cálculos; entonces, es bueno tener este tipo de asesorías para hacer bien las cosas'.

La reforma que impulsa el Gobierno tiene como uno de sus objetivos el que profesionales -como los médicos- que suelen constituir sociedades profesionales, paguen más impuestos, y la forma de hacerlo se prevé engorrosa. Si a esto se agregan las virtualmente omnímodas facultades que dicha reforma otorgaría al Servicio de Impuestos Internos, lo cual crea natural incertidumbre, esta iniciativa del Colegio Médico es explicable.

Cabe la pregunta -y no solo en el caso de los médicos- en cuanto a si es lícito querer pagar menos impuestos. La respuesta es obvia: forma parte de la naturaleza humana el tratar de minimizar su tributación. Por eso, desde tiempos inmemoriales, los tributos han sido obligatorios.

La segunda pregunta es si resulta adecuado y justo el nivel que obligadamente deben pagar las distintas personas. Esa respuesta no es evidente, como lo prueba el debate político que se está desarrollando en nuestro país.

Entre nosotros, hasta ahora, los abogados han sido el único gremio que abiertamente ha criticado el proyecto de reforma tributaria. Pero también ingenieros, arquitectos y demás profesionales están inquietos por cómo les afectarán los cambios impositivos, especialmente en el caso de sus sociedades profesionales.

Desde otro ángulo, la preocupación de gremios y contribuyentes en general se ha centrado en la recaudación. Sería saludable que también se escrutara el gasto estatal que se pretende con esa mayor recaudación. Ese gasto no siempre se justifica socialmente, y los ejemplos históricos abundan: ya en el siglo XVIII, Gibbon identificó explícitamente a la abrumadora carga tributaria como una de las causas de la decadencia del imperio romano.

Es propio de los países desarrollados que sus ciudadanos sean altamente exigentes con el Estado en cuanto al destino de los recursos públicos. En Chile, esa discusión ha estado más bien relegada al debate político y no por la ciudadanía en general. Es hora de que esta última cobre conciencia más madura sobre el uso de los fondos públicos.

'La respuesta es

'Por eso,

'Cuando Dios borra, es que va a escribir algo'.

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