Reforma electoral
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El lenguaje con que se aborda la discusión sobre sistemas electorales puede resultar en ocasiones engañoso. Así ocurre cuando se pretende trasladar el debate al plano de la legitimidad, y negar o reconocer esta según el tipo de sistema que se quiera privilegiar. Hace mucho que la ciencia política ha superado este enfoque, advirtiendo la diversidad de mecanismos electorales existentes en las democracias del mundo, y cómo estos intentan responder a las necesidades de las respectivas sociedades. En el caso del sistema binominal vigente en Chile, incluso algunos de sus más severos críticos admiten que por más de dos décadas ha podido satisfacer de modo más o menos razonable ambas variables. Por cierto, eso no significa desconocer que, como todo mecanismo de este tipo, también presenta debilidades, siendo perfectamente debatible el modo de perfeccionarlas o, incluso, la opción de considerar sistemas alternativos.
Desde esa perspectiva, resultan impropias algunas adjetivaciones utilizadas para calificar el acuerdo suscrito esta semana entre el oficialismo y grupos menores. No puede estimarse un avance democratizador de proporciones épicas la sustitución del binominal por un esquema proporcional sustentado en reagrupar los actuales distritos y aumentar el número de parlamentarios. Antes bien, corresponde analizar en su mérito la modificación que se persigue y hasta qué punto, ella permitirá o no superar los males que aquejan a nuestro sistema político, partiendo por el de la desafección ciudadana. Así, sin poder entrar al detalle de la fórmula acordada -que aún se desconoce-, cabe al menos la pregunta de si da adecuada respuesta a ese problema.
La conclusión resulta a lo menos dudosa. En efecto, en la idea de introducir proporcionalidad por la vía de aumentar los cupos en el Congreso, es difícil no ver una forma de salvaguardar los intereses de los parlamentarios en ejercicio y conseguir de ese modo su voto favorable. Los casos de distritos de similar número de habitantes que elegirán diferente cantidad de representantes acrecientan la imagen de un arreglo político que, bajo las banderas de la proporcionalidad, beneficia a algunas fuerzas por sobre otras. Sería paradójico que el reemplazo del binominal -sistema al que se le cuestiona, entre otros puntos, haber sido diseñado por el gobierno militar para supuestamente favorecer a los sectores políticos que le eran afines- repitiera los mismos vicios que se le atribuyen a este.
Críticos del
Los problemas
'Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres'.
La semana recién pasada la Presidenta Michelle Bachelet promulgó la ley sobre MultiRut, la que establece que las obligaciones que derivan de los derechos laborales y previsionales, individuales y colectivos de los trabajadores, recaen sobre la figura del empleador y no sobre la figura de la empresa, como era hasta ahora. Con esto, el gobierno sigue demostrando su compromiso total con los derechos de los trabajadores.