Secciones

El drama de sobrevivir 20 años en una toma, sin alcantarillado y sin la anhelada casa propia

E-mail Compartir

'Mi madre murió esperando una solución habitacional. La pena de vivir en una toma se la llevó a la tumba'. El testimonio corresponde a Sandra Adasme, una joven de 19 años de edad y mamá de una hija de 4, que vive en la población Laguna Verde.

Su madre Sandra Mejías falleció a los 49 años de edad en el interior de su casa ubicada en el pasaje 20 de Enero. 'Se fue sin poder conseguir su sueño de tener una casa digna y vivir como cualquier persona', manifestó.

Es uno de los dramas que se viven en el interior de la toma Laguna Verde, donde más de 300 familias esperan por más de 20 años una solución habitacional, en un sector estigmatizado por la sociedad y los que más sufren son precisamente los propios vecinos y los niños.

Se sienten discriminados en muchos aspectos. Es lo que le ocurrió a Sandra Adasme, quien tuvo que renunciar a su trabajo como vendedora de un minimarket cerca de su población luego que el local sufriera un asalto. 'Comenzaron a venir a mi casa a preguntarme si yo sabía quienes eran los asaltantes, todo por el hecho de vivir acá', indicó.

Mientras que otra vecina, Elba Mejías, indicó que sus hijos sufren la discriminación en el colegio. 'Los tratan diferente y los ven distintos por el solo hecho de vivir en una toma', manifestó la mujer, madre de una hija, pero que además tiene al cuidado a otros dos niños que fueron abandonados por su madre producto del consumo de drogas.

Vivir en la toma es estar en mundo muy distinto a cualquier otra población, con pasajes estrechos, con caminos de tierra, con postes que están a punto de caer, con viviendas de material ligero y con pisos totalmente desnivelados. Lo peor de todo es que no cuentan con alcantarillado, por lo que cada cierto tiempo los vecinos deben tomar sus palas para excavar en la tierra. Todo esto acompañado por la presencia de moscas y el riesgo de contraer enfermedades.

Entrar a la casa de Sandra Adasme es ingresar a un terreno casi inseguro en su estabilidad. Al poner un pie en el piso todo se mueve y los pocos vasos que están en una estantería se deslizan de un lado a otro. Una mesa al lado de un dormitorio cubierto por una cortina da la bienvenida. Al bajar una pequeña escalera se llega al baño instalado en el patio.

Uno de los mayores problemas que deben enfrentar los vecinos es precisamente la falta del sistema de alcantarillado. Silvia Spolman, de 58 años de edad tiene el baño en el patio de su vivienda, sin puerta y afuera un tambor de donde saca agua.

Una muralla de material ligero lo separa con los dos dormitorios donde duermen ella con su pareja y en el otro su hija.

'Tratamos de mantener privacidad, pero es difícil en este tipo de condiciones, más aún que cuesta vivir sin un sistema de alcantarillado. Hay que soportar la presencia de moscas y el mal olor todos los días', manifestó.

Lo mismo ocurre en la casa de Lidia Vargas, cuyo domicilio se mueve por completo al momento de ingresar. 'Lo que más nos preocupa es el sistema de vida, es terrible no contar con un sistema de alcantarillado', manifestó.

Y el drama no es sólo en el interior de las casas, sino también en el exterior. En el estrecho pasaje hay postes del alumbrado público que están a punto de caerse y vehículos abandonados que molestan el normal desplazamiento de los pobladores. Así lo denunció la presidenta de la junta vecinal, Gloria Ruiz, quien indicó que 'hemos llamado a la municipalidad para que vengan y no aparecen, llegarán cuando estemos todos electrocutados'.

Dijo que son 20 años esperando por una solución habitacional y en febrero pensaron que el gran sueño lo cumplirían luego de recibir los subsidios habitacionales acompañado por un proyecto de 200 departamentos y 80 casas. Sin embargo manifestó que 'en este gobierno nos dijeron que el subsidio lo ocuparían para levantar muros de contención, situación que no vamos aceptar. Además, en Serviu nos informaron que no es viable el proyecto de construir casas en el lugar, pese a que los terrenos ya fueron entregados por Bienes Nacionales para que nosotros podamos vivir acá. Nos sentimos frustradas y lo peor de todo es que creemos que somos marginados'. J