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Las familias de Huatacondo mantienen viva la fiesta de la 'Mama Asunta' pese a lejanía

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Sofía Hidalgo (12), lleva cuatro años como promesante de la virgen de Asunción de Huatacondo, al igual que todos sus primos que integran el baile 'Tinku' del pueblo ubicado 220 kilómetros al sureste de Iquique, en el límite de Tarapacá y Antofagasta. Su familia reside en Calama, como la mayor parte de los oriundos del pueblo, sin embargo durante agosto se reúnen para celebrar a la 'Mama Asunta', como le llaman a la virgen, en una fiesta que busca mantener sus orígenes.

Una de las tareas es revitalizar la figura del alférez, quien se encarga de todos los costos de las fiestas patronales, pero que cada vez es más escaso por la masividad que han alcanzado algunas celebraciones, como es el caso de San Lorenzo de Tarapacá y La Tirana, donde sencillamente ya no existe.

Tras cuatro años donde todo se hacía gracias a la ayuda del pueblo, Juan Soza (40) junto a otras tres familias decidieron organizar la fiesta, 'la pedimos el año pasado y nos dividimos para que todo fuera igual que cuando éramos niños'.

Aunque regularmente no hay más de 100 habitantes, en el pueblo son cerca de mil personas que llegaron este año, lo que demanda un gran gasto para el alférez, quien debe costear la comida y bebidas que reparten tras cada ceremonia, como empanadas, sopaipillas, la chicha de piña y el mote con huesillo. 'Es un esfuerzo económico importante, pero también en organización ya que se necesitan muchas manos. Al final es todo satisfacción', confiesa Soza.

A diferencia de otros pueblos su lejanía implica que la celebración también incluya dos días de Corpus Christi y dos para San Salvador, el patrono del pueblo, porque desde siempre el acceso a Huatacondo no fue el mejor, por lo que el sacerdote viajaba una vez en el año y celebraba las principales fiestas.

Incluso la celebración también considera dos días para celebrar la octava de la Virgen Asunta.

Para la hermana Noemí Luna, quien desde hace nueve años está a cargo de la fiesta, el sentido de identidad de la comunidad es lo que favorece a la fiesta de Huatacondo, donde lo religioso y popular conviven de una forma equilibrada, 'esa identidad lo expresan en la fiesta, donde a pesar de vivir en distintas partes del norte, concurren sin falta y la mantienen viva'.

Ismael Hidalgo (37) recuerda que cuando niño, en la ruta 5 norte, 'se prendía una gran fogata para que los vehículos supieran donde estaba el acceso al pueblo, de ahí hacia arriba era solo tierra, lo que hacía que fuera muy peligroso'.

Si bien la fiesta solo cuenta con cuatro bailes religiosos, conformados por familias del pueblo, también sufrieron de una evolución. Surgen en la segunda mitad del siglo pasado y tras un periodo en que desaparecieron y sólo existían bandas de bronces, volvieron a surgir en los años '70.

Sergio Albornoz (53), integrante y uno de los fundadores de la diablada Hijos de Huatacondo, en 1978, explicó que cuando comenzaron era todo muy precario, 'antes las vestimentas eran simples y adornadas por nosotros, además las caretas de los diablos no tenían luces y las bandas no eran más de siete personas'.

Dentro de la tradición popular de la fiesta también considera un baile tras la ceremonia de víspera que dura hasta el amanecer y tras ello se canta el 'Cuculí', donde recorren las empedradas calles y un cantor versa las principales anécdotas de sus habitantes, que repiten a coro quienes lo acompañan.

Si bien para algunos esta tradición se ha deformado y subido de tono, sigue mostrando la participación de la juventud en el lado más popular de la celebración.

Pero no sólo la fiesta congrega a las familias de Huatacondo, hay espacio para visitar a los deudos, en el cementerio del pueblo y también para el deporte, donde la cancha de pasto sintético, construida gracias a los aportes de la minería, arma un verdadero torneo amistoso que se juega con gran entusiasmo.

Actualmente el camino a Huatacondo, que en quechua significa lugar donde el cóndor tiene su nido, se encuentra en mejores condiciones, lo que ha significado un mayor número de visitantes y atractivos como los geoglifos de Tamentica, el avistamiento de cóndores y las huellas de dinosaurios incentivan a que cada año sean más turistas que concurran en agosto. J