Entrenadores dan consejos de sobrevivencia a Falcioni
Julio César Falcioni ya confesó estar tranquilo y se adjudicó, con entereza y la voz ronca, la culpa de la debacle: 'Soy el responsable'. Lleva tres meses como el entrenador del equipo más angustiado del torneo y, en tan pocas semanas, ya ha repetido seis veces que está tranquilo. Un manual de sicología dice que quien repite majaderamente que está tranquilo puede trasladar una granada en la mochila. Y, de hecho, entrenadores del medio local concuerdan que la debacle es para estar con los nervios de punta. El equipo no está lúcido y la alineación titular se compone de once histéricos.
Por eso, estos entrenadores, cada cual a su modo, analizan los posibles culpables y las futuras soluciones para el club.
'La culpa no es sólo de Falcioni', arremete Miguel Ponce, actual DT de San Felipe. 'La culpa tiene más caras', lanza poéticamente. La cara de los jugadores, especifica. La cara de los dirigentes. La cara de los hinchas impacientes que sólo sirven para tensionar el camarín. 'La presión por ganar altera los rendimientos', opina.
'Es falta de confianza, compadre', interviene Fernando Astengo. La confianza es la piedra angular del toque de conjunto. 'Si un jugador está nervioso, no aguanta la presión, va a jugar mal. Si hay once nerviosos, el equipo jugará pésimo', añade. Concluye que los nervios generan el anti espectáculo y el entrenador debe calmar la ansiedad.
'¿Quieren que yo, Raúl Elías Abraham Ormeño, hable de la Católica?', pregunta con risas el ex colocolino y actual entrenador del equipo de la Escuela de Carabineros. 'Puta, no sé qué decir. De qué están mal, están mal', comenta. 'Para mí es que el entrenador no conoce bien el medio. Debe estar medio perdido', opina.
'No quiero hablar de la Católica', lanza Fernando Carvallo, encargado de las inferiores de Colo Colo. ¿De quién quiere hablar? 'Quiero hablar de otras cosas. No de la Católica', responde. ¿No puede decir nada del oscuro presente del club? 'Me da una lata atroz lo que les pasa. Saldrán adelante', añade secamente.
'La única solución es ganar. Así pasa con los equipos grandes. No se ha inventado nada mejor que eso', decreta Ponce.
'Que el entrenador hable con los líderes y les aconseje transmitir paz interior al plantel', dice Astengo. ¿Es partidario de una desgarradora terapia de grupos, con jugadores sacando sus fantasmas? 'No, ni loco. El jugador no pesca a los sicólogos. Corresponde a Falcioni hablar con el grupo. Él debe tranquilizarlos. Que la culpa sea sólo de él, eximir a los muchachos', declara con desenfado.
'No tengo ninguna solución para la Católica. Sólo sé que ya no se podrá decir que son segundones. Como va la cosa, con suerte terminan en la mitad de la tabla', ironiza con crueldad Ormeño. Luego retoma la seriedad: '¡Que la Católica traiga un entrenador que sea de la Católica! ¡Tienen a Jorge Aravena y no le dan pelota!'.
'La solución es a puertas cerradas. Conversación interna', concluye Fernando Carvallo.
Y así, el tema del momento da para infinidad de puntos de vista. La unión está en un solo aspecto: la Católica juega mal. Y no puede seguir jugando tan mal. Viene, quizás, el tiempo de la luz. J