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Don Guillermo y el 'Chancho Bueno' recorren las calles de Iquique afilando cuchillos

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Un silbido agudo, pero melodioso indica la llegada del tradicional afilador de cuchillos. Don Guillermo y su fiel compañero, el 'Chancho Bueno' -can que sigue todos sus pasos- recorren la ciudad de punta a punta para entregar este servicio, cada vez más escaso en el mundo entero.

En Iquique son dos las personas dedicadas a este oficio, uno de ellos es Guillermo Martínez. Vestido con jeans y un jockey con la bandera Chilena y su carro afilador adornado para la fecha dieciochera, relata que semanalmente recorre la ciudad junto a su fiel escudero el 'Chancho Bueno', a quien hasta tiene que cuidar ante la presencia de otros perros de mayor tamaño.

'Recorro las calles con mi 'Chanchito', él anda feliz en la calle, me acompaña a todos lados y yo lo protejo y alimento, es un perro muy fiel', asegura.

Su herramienta de trabajo es un armazón de madera y una rueda de bronce, la que cumple la doble función de trasladarse y cuando se estaciona, hace girar con un cuero que sirve como polea los dos esmeriles con los que les devuelve la vida a cuchillos de todos los tipos, aunque principalmente los carniceros.

Hace 30 años que Don Guiillermo realiza este tradicional oficio, tiempo en el que asegura hizo muchos amigos. Sus clientes de tantos años esperan cada semana el paso suyo y de su carro para darle vida a los filos de sus cuchillos y tener un momento de conversación.

'La gente sale a la calle cuando escucha el sonido de mi silbato, tengo clientes de hace 30 años e incluso de antes, ya que este oficio lo realizaba mi padre', cuenta.

Pero lo suyo no fue una imposición, sino que una opción, ya que asegura que la decisión de seguir los pasos de su padre fue propia.

'A mí nadie me obligó, yo quise hacer lo mismo que mi padre, porque aparte de uno ganarse la vida, tiene la posibilidad de estar cerca de la gente y de tener contacto con ellos, cosa que en esta época se ha perdido'.

El otro afilador de cuchillos de Iquique es Abraham Aracena, quien es más nuevo que Don Guillermo en este oficio. Él recorre la ciudad, pero sus clientes son principalmente restaurantes y carnicerías, a quienes les deja los cuchillos como nuevos.

Aracena comenta que en estas Fiesta Patrias su trabajo se triplica y debe salir todos los días desde la población Jorge Inostrosa a recorrer la ciudad.

Devolver la vida a los cuchillos tiene un costo de mil pesos para cada uno y mensualmente afilan entre 500 o 600 de estos utensilios.

'Casera, le afilo su cuchillo (...) cuando esté haciendo el asado se acordará de mí', le aseguraba Don Guillermo a una clienta y comenzó con su trabajo haciendo girar la piedra esmeril, primero para atrás y luego hacia adelante con mucho cuidado y lo prueba cortando un papel sujeto con una mano para demostrar que está listo.

'Quiere más filo o está bien así', pregunta y comenta que el secreto para un buen cuchillo es la calidad del acero. La conversación continúa. 'Ahora llegan esos cuchillos chinos, que parecen plásticos, esos no sirven para nada, no se les puede sacar filo' y aprovecha de recomendar los de fabricación alemana o española. 'Esos son los mejores'.

La conversación finaliza con consejos prácticos para darle más vida a los cuchillos. 'El peor problema es que la gente no sabe usarlos ahora, le sacan punta a los lápices, raspan la cocina, le sacan el filo altiro y los echan a perder'.

Finaliza al decir que 'hay que saber usarlos, no usarlos para cosas que no son. Ése utilícelo solo para cortar carne, huesos y corontas de choclo, es de buen material, no lo eche a perder y los otros para cosas más blandas, yo pasaré la próxima semana si necesita'. J