Lamentable ejemplo
Ayer un personaje increpó al árbitro con duros epítetos desde la galería del Parque Comunal. Si bien es común en los estadios, en una liga de menores el ejemplo debería ser otro. Tirón de orejas.
Ayer un personaje increpó al árbitro con duros epítetos desde la galería del Parque Comunal. Si bien es común en los estadios, en una liga de menores el ejemplo debería ser otro. Tirón de orejas.
El 18 chico para los ramaderos no vino en gracia para los beisbolistas y softbolistas que practican en el diamante. Al parecer el deporte no es tan importante y se quedaron una semana más sin cancha en vísperas de un nacional.
Algunas autoridades desaparecen cuando deben hablar sobre cuestionamientos a su labor o la de sus camaradas, incluso dicen que los temas no son noticia. Lo incomprensible es que después se quejan que no tienen la suficiente cobertura en los medios.
El transporte público de Iquique está marcado por el servicio que prestan los llamados taxis básicos o de techo amarillo.
Este tipo de vehículos tienen una característica especial en la ciudad, que no se da en ningún otro lugar, que es su versatilidad, dado que se les permite trabajar como colectivos a la puerta.
Pero no solo eso, pues mantienen la capacidad para realizar carreras a cualquier punto de la región, al aeropuerto e incluso cuando hay fiestas religiosas, carreras a los pueblos bajo el formato de colectivo.
Lo peor de todo es que si bien obtienen las garantías de trabajar como colectivo, las alzas de tarifa solo deben informarlas y la pueden subir cuando quieren, sin que la autoridad tenga la facultad de regirla, como lo hace con el transporte público mayor.
Hoy vemos como ya subieron sus tarifas en Iquique y discuten alzas en Alto Hospicio, en un servicio que no es uniforme, pues si bien algunos cumplen un excelente trabajo, otros no aportan.
El sistema surgió en un momento en que la ciudad era un tercio del tamaño actual y donde las necesidades de los ciudadanos estaban lejanas de las que exigen actualmente.
Lo lamentable es que el problema no es nuevo. Liderazgos anteriores sucumbieron ante la presión de los gremios. Manuel Morales, actual seremi de Transportes es conocedor del tema y si bien ha dicho que se pondrá mano dura a quienes pasan a llevar la normativa, es momento de generar medidas revolucionarias que signifiquen un salto respecto a un sistema que, sin duda alguna, quedó obsoleto.
Por otro lado, las micros si bien cumplen un servicio sin mayores cuestionamientos de parte de sus usuarios, no es el medio de transporte que más ocupan los iquiqueños.
En todas las ciudades del país funcionan líneas y si bien en Iquique se han hecho esfuerzos por implementar algunas, nunca han funcionado completamente.
Es necesario un sistema nuevo, sea con líneas o no, pero que resuelva en definitiva un problema que cada día genera mayor descontento entre los habitantes de Tarapacá, que ven cómo el cliente ya no tiene la razón.
Cada 18 de septiembre, la pregunta por la chilenidad se nos viene encima. Nadie se la hizo, durante el mundial recién pasado. Ninguna duda se asomó, pero "ahora sí que sí", como diría el Chavo del 8. Una prueba, de lo que nos cuesta saber lo que somos, provino de la misma dictadura. Pinochet, declaró baile nacional a la cueca y, por decreto, hizo la sinonimia entre ese baile del Chile Central, con el resto del país.
Bachelet, para no ser menos, declaró a la rayuela como deporte nacional. O sea, las dudas nacionalistas atraviesan, tanto a la izquierda, como a la derecha. Para preocuparse. Un parlamentario, propuso que, nadie puede egresar de la enseñanza media sin saber bailar la cueca oficial. En el Norte Grande, seríamos muchos los repitentes. Detrás de todo, está esa manida costumbre, de decretar lo que se debe hacer y, lo que no.
La cueca oficial, es vista como pieza de museo, objeto fundante de una condición que, no todo Chile, asume como tal. A nadie, en Iquique, se le ocurriría por ejemplo, decretar que, no se egrese por no saber bailar, moreno, gitano, diablada, caporal, tinku o piel roja. No hay ordenanzas, ya que en el barrio y en La Tirana, tenemos un aprendizaje que, va por el pizarrón del cuerpo. Cuando se habla de descentralización y, se anuncian medidas para tal efecto, el país se centraliza en torno a la cueca, en tanto patrón dominante, del paisaje sonoro y visual de la nación.
En el Norte Grande, debe ser el cachimbo el que abra el mes de septiembre y, como fin de fiesta, la cacharpaya. Así de simple. No tenemos dudas con nuestra chilenidad, pero con acentos regionales.
Nos cuesta mucho, asumir la diversidad cultural que, nos hace más ricos como nación. A la derecha y, a la izquierda santiaguina, le gusta la idea de que el país es homogéneo. La fuerza de los hechos, demuestra lo contrario. La mesticidad, se nos sale por los poros. Atento, además, hay que estar a quienes nos quieren reducir a la vertiente indígena, especie de fundamentalismo andino. En Tarapacá, le debemos muchos a los andinos, pero también a los que poblaron estos territorios, a fines del siglo XIX hasta la actualidad.