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Enrique Campuzano: el hiperrealista iquiqueño

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Cuadros que tratan de ser como una fotografía, para reflejar la realidad, pero en una escala mucho mayor, son lo que realiza Enrique Campuzano, iquiqueño radicado en Santiago y que encontró en el arte una forma de paz a sus miedos y, también de ganarse la vida, la que lo ha llevado a tener obra en el museo de Ralli y el otras importantes galerías de Santiago, Nueva York y otros países.

"En la década del '70 al '80, ya en Santiago, me despojaron de mis seres queridos, mi trabajo y mi caja de previsión. En un momento de absoluto desamparo, tenía que inventar una forma de ganarme la vida de manera independiente. La pintura era el único oficio que parecía posible. Pinté bodegones y retratos; malitos, como todo principiante" comentó el artista.

En eso, conoce a Ladislao Vuchetich de Cheney, pintor austro-húngaro, el que le enseñó la técnica y el respeto por el oficio. Así, se convirtió en pintor realista, porque era lo más apreciado en el mercado en ese entonces, donde la gente compraba arte de Claudio Bravo y los realistas españoles, como Antonio López.

Pero el amor por el arte comenzó mucho antes, cuando estudiaba en el colegio Don Bosco de la ciudad. Según cuenta Campuzano, lo deslumbró la estética de las ceremonias y todas las expresiones artísticas que componían el rito de las misas.

Después le llamó la atención el teatro, gracias a Jaime Torres y los familiares y amigos del mismo, debido a que la creación plástica estaba al servicio de las personas, así, Enrique se inclinó mucho por el trabajo en disciplinas relacionadas a este arte, incluyendo la pintura, donde al final se logró desempeñar al servicio de diversas obras.

"Durante mucho tiempo intenté alcanzar el escenario del Teatro Municipal, pero sin tener 'padrino' me resultó imposible. Un día apareció por mi taller el nuevo director del Ballet de Santiago; Iván Nagy y, como Ladislao, había visto un catálogo de una de mis exposiciones y me compró un cuadro. En conversaciones posteriores vio mis proyectos escenográficos fallidos y me ofreció, a manera de prueba, 'Tema y Variaciones', un ballet corto que siempre se bailaba sin decorados"., explicó el pintor.

Así, trabajó codo a codo con Pablo Núñez, uno de los maestros en el diseño de vestuario teatral. Y tanto les gustó su trabajo, que lo llamaron para pintar las escenografías del "Lago de los Cisnes", "Coppelia" y "La Sylphide".

Iquique

"Preparar una exposición obliga a acumular obras y acarrearlas. Para mi primera muestra en Iquique, la minera Collahuasi destinó un importante financiamiento para cubrir el embalaje y traslado de las obras, además de los seguros; ya que, al no tener pinturas disponibles, se recurrió a los particulares que prestaron obras, con el lógico temor por el deterioro que pudieran sufrir", contó el pintor.

Sobre qué recuerdos tiene de la ciudad que lo vio nacer y donde pasó su escolaridad, Campuzano dijo que añora "mis agradables caminatas por la orilla de la playa, descalzo a la puesta del sol. En cambio, mis recuerdos de relaciones personales, fuera del grupo de teatro, son tristes sueños rotos".

Incluso, el hiperrealista se dio el tiempo para decir que le encantaría que los niños fueran educados en las disciplinas artísticas, al compás de la tecnología, puesto que el arte resulta muy terapéutico. J