Secciones

El recuerdo de los mártires de la Boya continúa vivo

E-mail Compartir

El pequeño Iquique estuvo conmocionado mucho tiempo con la trágica noticia. Nadie podía creer que cuatro jóvenes perdieran la vida sólo por querer hacer deporte.

Luis Tejada, Martino Lioi, Iván Cortez y Humberto Astudillo y Luis Pozo forman parte de la historia de la ciudad, luego que naufragaran en las cercanías de la Boya de La Esmeralda, mientras practicaban boga hace 55 años.

Cuatro de ellos murieron ahogados y solo uno de los muchachos vivió para contarlo. El único sobreviviente falleció en Arica, en diciembre de 2004.

EL NAUFRAGIO

Hasta nacionales de boga se realizaron en nuestra ciudad en honor a la disciplina deportiva. Incluso en el sector del molo, miles de personas presenciaron estas competencias.

El deporte de moda también entusiasmó a los alumnos del Liceo de Hombres. Los jóvenes todos los días se arrancaban a "bogar", principalmente los que pertenecían al Sportiva Italiana.

"Yo me acuerdo bien de toda esa época. Tenía 13 años. En Iquique se practicaba el remo y la boga, incluso hubo campeones nacionales que eran de la Sportiva Italiana y el liceo también quiso participar", cuenta Sergio Suazo, director del Centro de Ex Alumnos del Liceo de Hombres.

Todo el mítico establecimiento educacional quiso participar en la práctica del deporte. Así, a Iván Cortez, de 19 años, se le ocurrió reunir cuatro remeros, incluyéndose él como timonel.

Un día sin estar registrados, sin avisar, ni inscribirse en la bitácora se lanzaron al mar alrededor de las seis de la tarde cuando no había nadie por el sector para ir a la Boya para entrenar. Todo fue ese 7 de octubre de 1959.

Desgraciadamente, la yola se dio vuelta y no supieron recuperar su posición. Se hizo noche y los muchachos se asustaron mucho. Iván como era el mayor se sintió responsable de la seguridad del grupo y a pesar de que padecía del corazón optó por nadar hacia el muelle pesquero del Colorado, distante a 2.000 metros, en contra la corriente, para pedir ayuda.

Los demás jóvenes lo vieron irse. Pasaba el tiempo y la noche era cada vez más oscura. José Tejada el que le seguía en edad (18) intentó subirse a la Boya de la Esmeralda para ayudar al resto y poder esperar ahí más seguro y a la vista. Sin embargo, el mar estaba revuelto, además la antigua Boya no era como la actual que es plana y tiene hasta pasamanos.

La vieja estructura, era un gran cono, parecido a un trompo con la cadena de fijación en púa. Con el mar movido, el cono sobresalía con parte de la cadena y golpeaba a José que nunca pudo subirse y se ahogó ahí mismo.

Mayor fue la desesperación del resto de los compañeros menores de edad. Humberto Astudillo y Martino Lioi, ambos de 16 años, intentaron nadar sin destino, ahogándose en las cercanías de la Boya.

Sólo uno se salvó. Él único que no sabía nadar, Luis Pozo, de solo 15 años, a quien lo encontraron flotando aferrado a los restos de la yola.

Al día siguiente encontraron a Iván Cortez, aferrado a la escala del muelle pesquero. Se había salvado pero había sido tanto su esfuerzo, que su corazón enfermo no resistió. Por algo no hizo el Servicio Militar de estudiantes con sus compañeros. Él fue uno de los pocos rechazados por su problema cardiaco.

"Con este suceso toda la ciudad quedó conmocionada. La población era más reducida en ese tiempo, había como 20 mil personas, y nadie quedó indiferente", dice Sergio Guzmán, secretario del centro que reúne a los alumnos del Liceo A-7.

Ante tan fatídico panorama el club cerró y el remo dejó de practicarse. Pasaron unos días y apareció el cadáver de Martino Lioi.

MEMORIA VIVA

Al mediodía de este martes, los socios y familiares fueron hasta la bahía de Iquique para lanzar al mar ofrendas florales en un ambiente de profundo recogimiento.

En el año 2000, cuando parecía que su historia estaba olvidada, ex alumnos rindieron un homenaje parecido a los fallecidos en la tragedia de mar.

"Quisiéramos que el homenaje se haga todos los años, pero nuestro mayor sueño es que haya un monolito a la entrada del puerto. Quedó como una idea y queremos retomar el proyecto como nueva directiva", comenta Bernardo Zamora.

El sueño de los ex alumnos del Liceo de Hombres es que no se olvide a los jóvenes que todo Iquique hizo como propios. Su entusiasmo, vitalidad e ímpetu quedarán marcados en los corazones de los hombres que luego del paso del tiempo aún los recuerdan.

La época gloriosa del deporte dejó a unos mártires, quienes no alcanzaron a ver los frutos de su entrenamiento, pues el destino propuso para ellos otra historia.

"Quisiéramos rescatar con el recuerdo de los muchachos la mística de los liceanos, porque consideramos que se ha olvidado. Ojalá el ejemplo de los cinco deportistas nos haga unirnos más", expresa el presidente del centro de ex alumnos.

Iquique creció y supo de desarrollo. Sin embargo, todavía hay mentes que guardan la triste historia de los jóvenes, que luego se transformaron en los hijos de la ciudad. El mar les quitó la vida, pero el recuerdo de los jóvenes del ayer mantiene vivo el legado de los náufragos. J