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Las historias de esfuerzo de los extranjeros en Tarapacá

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Mabel Gutiérrez, de 24 años que, en junio de este año, se tituló como médico cirujano de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), en vez de estar salvando vidas en un hospital, se las arregla vendiendo ensaladas de fruta en las ferias del terminal agropecuario.

Para Mabel esto tiene una explicación, que es ahorrar para seguir estudiando. "Mis papás no querían que viniera, pero no encuentro trabajo en mi país por la edad que tengo, razón por la que estoy juntando dinero para hacer una especialización más adelante", relató la oriunda del departamento de Oruro, quien además afirmó que le gustaría especializarse en anestesiología o en pediatría.

"A fines de noviembre volveré a mi país, pero también me gustaría estudiar en Santiago, en enero son los exámenes, pero eso no lo tengo claro", precisó indecisa Mabel con sus dos opciones.

Mabel se detiene en su afán de vender las ensaladas de fruta, en un escenario donde decenas de extranjeros trabajan junto a connacionales en los puestos de tecnología de una de las ferias del sector. Confiesa que la gente en Chile es muy cariñosa y simpática con ella, a excepción de una señora que no la deja deambular tranquila por la feria.

"Se enoja cuando me ve y me dice que no puedo caminar vendiendo las ensaladas de frutas; no hago nada malo solo vender", aclaró entre risas.

Más arriba en los pasillos del Terminal Agro, ni el calor ni el peso de los sacos de papas interfieren en el trabajo de José Luis Obregón, colombiano que hace un año labora como cargador.

"Filete la papa a veinte lucas, aproveche casera", grita José Luis, de 25 años y proveniente de Cali, quien aseguró que está cómodo en el rubro del comercio, pues en su país natal también lo hacía. "Allá todos hablaban de Chile y tenía unos familiares aquí, así que un día me atreví a dar un paseo y me quedé a trabajar", relató "Cao", como le dicen sus amigos en la tierra de la cumbia.

Obregón comentó que parte de su sueldo lo destina a sus dos hijos, los que tuvo que dejar en su país.

"Es muy honrado y trabajador", vocifera su jefe a lo lejos del camión, del cual José Luis baja los sacos de papas, cuyo peso es cercano a los 80 kilos, y zapallos todos los días.

"Mi conciencia dice que soy honrado y todos saben como soy; tengo muy buena relación con mi jefe", contesta el hombre entre risas.

De acuerdo al informe Tendencias Migratorias Recientes, en la Región de Tarapacá hay 27.565 extranjeros, lo que equivale al 6,2% de la población inmigrante residente en el país y es la tercera más relevante, tras las regiones Metropolitana y de Antofagasta.

Anabella Gonzáles, de 19 años, también arribó a Iquique de forma fortuita.

Desde Cochabamba, Bolivia, Gonzáles llegó de paso y se quedó trabajando después de un año y medio junto a sus progenitores.

"Me vine después que mis papás, quienes desde hace tiempo venían desde Bolivia; antes trabajaban como contadores y ahora se dedican a las verduras", declaró la joven que trabaja de vez en cuando en el negocio, ya que uno de sus sueños es estudiar prevención de riesgo en el país.

De la población de inmigrantes que viven en la región 8.208 personas lo hacen en calidad de residencia temporal, lo que hace un total de 35.773 (de éstos, 11.880 son niños nacidos en Chile).

Anabella no es la única que quiere estudiar en Iquique, debido a que su coterráneo Juan Carlos Noza también pretende hacerlo.

En su caso, la ingeniería electrónica es su pasión, por ello actualmente trabaja como carnicero en un local del Terminal Agropecuario para juntar dinero.

"A veces no se encuentra trabajo así nomás, pero se aprende rápido; lo importante es saber manejar bien las máquinas y estar concentrado en lo que uno hace", dijo Noza que no lleva más de tres meses en la zona norte de Chile.

Según el mismo documento, la población boliviana es la segunda más numerosa en la región, con 8.295 residentes, detrás de la población peruana con 12.809 personas.

Con doce años en Iquique, Eva Guerrero, de Trujillo, Perú, abrió un negocio dedicado a la venta de accesorios de celulares y, junto a ella, su esposo hace arreglos técnicos.

"Yo soy técnico en asistente de párvulos, pero me costó convalidar el curso, es muy complejo y se demora mucho, por eso decidimos abrir este negocio y nos ha ido bien, a pesar de la competencia", sostuvo Guerrero.

Si bien, la mujer trabajó como técnico en asistente de párvulos cuando llegó, aduce que la tramitación es engorrosa, lo cual dificulta que los extranjeros puedan desenvolverse como profesionales afuera de su país.

"Hay muchos profesionales que se vienen a trabajar, pero les cuesta mucho hacer lo que les gusta", acotó Eva quien se reincorpora a su mesón para atender a los clientes que llegan a buscar soluciones para sus televisores dañados. J