Destrucción del patrimonio
La oficina Alianza albergó a más de 2 mil personas en su época de mayor apogeo, fue cuna de grandes deportistas, como los Hermanos Robledo, sin embargo, tras su cierre en 1966 el saqueo fue tal que en pocos años terminó destruida totalmente. Hoy sus calles y toda la organización de la que gozó quedó reducida a ruinas.
Alianza es una de las cientos de oficinas que se encuentran en estado deplorable y que al pasar por el desierto, nadie imagina que en esos lugares pudo existir una industria que enganchó a miles de personas de Chile, Perú y Bolivia.
La declaración como Patrimonio de la Humanidad en peligro de las ex oficinas de Humberstone y Santa Laura, a cargo de la Corporación Museo del Salitre, son solo una muestra del significado de una época que ofreció gran progreso al país, sin embargo, muchas otras oficinas esperaban por un proyecto que las pudiera rescatar del daño que han sufrido.
Es por esto que la Corporación Museo del Salitre, con el apoyo de Consejo de Monumentos Nacionales, pretende convertir a 30 ex oficinas salitreras en Monumento Histórico y así evitar que se sigan deteriorando.
La iniciativa financiada por el Consejo Regional de Tarapacá, considera recursos por $240 millones, donde la idea es lograr la validación por medio de un solo decreto de todas las salitreras y así facilitar la entrega de recursos del Estado para su resguardo.
Para elegir las oficinas se realizó un catastro de 126 oficinas que fueron georeferenciadas en un estudio de diagnóstico, donde se definieron las 30 que se encuentran en mejores condiciones para ser consideras en esta nueva presentación, además de 4 campamentos, 8 paradas y 2 sitios, todos en la Provincia del Tamarugal.
La declaración como Monumento Nacional de estas oficinas permitirá su protección por ley y sancionará con penas de presidio menor en sus dos grados y una multa de 200 UTM.
Esto no terminará con el deterioro, ya que la fiscalización es muy escasa, y muchas veces a ojos de la comunidad se ofrecen objetos patrimoniales, sin que a nadie le parezca extraño, ni piense en que con la compra de estos objetos solo se contribuye a que se siga saqueando.