Los regalos de las autoridades
Si bien es algo que no debería pasar, varias autoridades aprovecharon el Dakar para regalar souvenirs. Pese a ello algunos igual fueron pifiados por el público presente ayer en la Plaza Prat.
Si bien es algo que no debería pasar, varias autoridades aprovecharon el Dakar para regalar souvenirs. Pese a ello algunos igual fueron pifiados por el público presente ayer en la Plaza Prat.
El "veranito de San Juan" que significa la temporada estival es un verdadero salvavidas para varios sectores, como el comercio y el transporte, debido al incremento de turistas.
El sector hotelero, restaurantes y agencias de turismo son los principales beneficiados con la llegada de visitantes.
Además, el comercio incrementa significativamente sus ventas. La Zona Franca no es la excepción, pues vemos como diariamente llegan hasta el centro comercial miles de turistas en busca de la gran variedad de artículos que se ofrecen, oferta única reunida en un solo espacio como éste.
Sin embargo, no debemos perder el horizonte. Las cifras positivas que pueden generarse, en nada revertirán el sostenido descenso en las ventas del sistema franco y de la desaceleración económica que está registrando la Región de Tarapacá.
Insistimos en que el Gobierno, dueño de Zofri S.A. debe asumir un rol más protagónico para reactivar la economía regional, y así mitigar las nefastas consecuencias en el empleo y la inversión.
Celebramos las palabras del Presidente del Directorio de Zofri S.A., Patricio Sesnich, en el sentido de asumir el compromiso de emprender una etapa de colaboración y trabajo en equipo que permita superar y solucionar los problemas existentes.
Como empresarios siempre estamos comprometidos a mantener buenas relaciones, está en nuestro ADN, y así aportar a la solución de conflictos existentes, como el tema tarifario.
Pero lo más importante es la buena fe y la confianza, cosa que hemos echado de menos por mucho tiempo, necesitamos un diálogo franco y directo, sin imposiciones, medidas arbitrarias o actitudes monopólicas.
Como empresarios efectivamente nos motivan intereses particulares, propios de una economía de libre mercado, pero sin perder el horizonte que somos parte de una comunidad y que nos preocupa la desaceleración económica experimentada por el sistema.
Los números son elocuentes y poco alentadores para el mundo político. Son los resultados de las últimas encuestas conocidas, las que a nadie pueden dejar contentos. En uno de estos estudios sube la desaprobación a la forma cómo la Presidenta de la República está conduciendo el Gobierno, con un 53% de rechazo contra un 40% de apoyo. Por otro lado, los líderes de los partidos, tanto del Gobierno como de la oposición, concitan rechazos que van del 52% al 64%. Ninguno de ellos logra el 40% o más de respaldo.
Otro sondeo pone un 2,9 como nota a los parlamentarios y peor le va al Poder Judicial que obtiene un 2,7.
Estas cifras, anteriores a la avalancha de denuncias y acciones judiciales en torno al Caso Penta, no son una novedad. Aparecen ya como una constante y, siendo generales, pueden ser injustas y hasta objetables en su sintonía fina.
Sin embargo, tomadas en momentos distintos y con diversos procedimientos y por diversas instituciones, adquieren validez y deben llamar la atención a los actores del mundo político. A todos, pues en todos los sectores hay responsabilidades en cuanto a esta verdadera desconfianza ciudadana en quienes, en teoría, son sus representantes y conductores.
Este desencanto progresivo y generalizado de la política puede conducir a populismos y caudillismos que terminan minando las instituciones, destruyendo sus valores y alejando e injustamente castigando a quienes tienen una efectiva vocación de servicio público. Los hechos hoy bajo investigación indudablemente contribuyen a este desencanto, pero quienes creen que favorecen a un sector en desmedro de otro están muy equivocados.
Los riesgos de este ánimo ciudadano que reflejan las encuestas son la aparición del ya mencionado caudillismo o de un populismo cortoplacista, complaciente, de discurso fácil y bolsillo generoso.
Esta realidad debe hacer reflexionar a nuestros actores políticos, para que, abriendo sus exclusivos clubes, den paso y formen nuevos líderes.