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Los cultores del Lucumí luchan por conservarlo

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La figura del dulcero que con su carrito se instalaba a las salidas de los colegios para vender turrones, chocolates, chupetes entre otros caramelos artesanales, marcó la infancia de muchos iquiqueños antiguos hacia los años '50.

Por suerte y desafiando el paso del tiempo, el turrón con coco, maní confitado, los chupetes 'lalo' y el inigualable Lucumí, aún se mantienen en las calles de Iquique, gracias al último fabricante de estos dulces que heredó la receta.

'(El lucumí) demora dos horas en prepararse. Es un trabajo manual donde se revuelve la mezcla de azúcar, nuez, harina y esencia sobre una paila de cobre', explica Boris Urrea, quien aclara que el clásico dulce tiene origen turco.

Aunque tradicionalmente es conocido en su sabor a guinda, también se hace de mango y menta, sobre todo durante el verano.

Según comentó Urrea, fueron dos hermanos de apellido Humberstone los que impusieron la receta en la ciudad, fuera de los establecimientos Don Bosco y María Auxiliadora.

Su padre, Guillermo Urrea, fallecido en Navidad pasada, fue el último en obtener la receta original con la que trabajó por veinte años.

'Somos cinco hermanos. Segun contaba mi papá, sus antiguos jefes le confiaron el secreto y traspasaron un carrito para vender porque sintieron que podíamos preservar la tradición', comentó el emprendedor.

Señaló que de la descendencia solo él se dedicó al rubro, dejando incluso sus estudios para continuar con el legado del papá y la tradición de su ciudad.

'Quiero masificar el dulce y darle un nombre potente en la región ya que quizá sea más antiguo que el chumbeque. Mientras, personas mayores de edad son por lejos nuestro mayor cliente', dedujo.

Con al menos cinco décadas y una mantención impecable, el mismo carrito con que los hermanos Humberstone distribuyeron sus productos, se sitúa a diario en las calles Vivar con Tarapacá, atendido por don Basilio Palacios.

Aunque por 16 años se dedica sólo a la venta de estas tradicionales golosinas, dice que desde niño aprendió mirando a los viejos antiguos cuando preparaban fórmulas con agua y azúcar.

'Me mandaban a comprar el coco y la goma, antes todo era muy barato. Yo desmontaba el carrito y partía en la bici..., son tiempos muy bonitos que no volverán', recordó.

Bacilio aseguró ayudar con las labores para amasar el turrón así como a cortar palitos de madera de pino Oregón para hacer chupetines 'Lalo', los que se caracterizan por su especial aroma.

También asistió la preparación del Lucumí. 'Se revuelve la mezcla y al principio no cuesta nada pero luego espesa. Para dar en el punto exacto son 6.430 vueltas las que se dan en la olla sobre el fuego', manifestó.

Entre pequeños intervalos de tiempo, personas generalmente mayores de edad, se acercan a comprar como si fuera parte de su rutina, de a dos o tres unidades lucumí o coco de palma confitado. 'La gente adulta y tradicional de acá es la que más compra, los niños casi no se interesan por estos dulces. De vez en cuanto, algunos turistas igual prueban'.

Entre la clientela habitual, don Basilio aseguró que personajes conocidos de la televisión y el fútbol hacen una parada obligatoria frente al carrito blanco, para saciar sus dulces deseos.

Uno de ellos es el ex arquero del equipo Cobreloa, Oscar Wirth. 'Se ha llevado de 60 o 70 lucumí para Santiago, y cuando no puede venir él, le encarga al hijo para que le compre'.

Otros de los mencionados es Kike Morandé y Daniel Vilches, 'el que me tiró la talla de que andaba vendiendo diabéticos'.

Agregó que el delantero Manuel Villalobos, también se considera un fanático del lucumí.

En Iquique y tal vez en todo Chile, es la familia Urrea la única que fabrica los tradicionales dulces que a estas alturas ya son parte del patrimonio gastronómico de Iquique. 'Continuamos con el turrón con coco de palma y los chupetes 'Lalo', que antes eran éxito entre los escolares, aunque es algo complicado de preparar'.

Boris Urrea dice creer que la comunidad iquiqueña está agradecida con ver que tradiciones como ésta sigan intactas.

'Nuestro público seguramente reviven los mejores recuerdos del pasado con estos sabores'.

Agregó que desde Venezuela y otros países, los que fueron escolares en décadas pasadas, se reportan a través de internet para comentar la nostalgia que les evoca el producto y sus ansias de saborear nuevamente los gustos de sus mejores años infantiles. J