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Pepino, el chasqui de Caleta Riquelme que eligió vivir por siempre al lado del mar

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Con 54 años, cabello cano, ojos verdes y una visera para el sol, Rolando Riveros Olavarría trabaja en uno de los 'taxi bote' que conecta a las embarcaciones de la Caleta Riquelme, vía mensajes o encargos, con quienes se quedan en tierra.

'El Pepino', como lo reconocen los hombres de mar, es un personaje carismático en esta zona costera, que cada cierto tramo saluda afectuoso a amigos y conocidos que le aparecen en el camino.

Segundo de ocho hermanos, entre ellos el escritor iquiqueño Patricio Riveros Olavarría, fue el único que se dedicó a trabajar en el océano y a salir desde casa sin tener fecha de regreso.

'Los genes son diferentes aunque uno sea de la misma familia. A mi siempre me gustó la aventura, enfrentar la vida sin miedo a lo que venía después', comentó mientras enumeraba las ciudades donde anduvo de barco en barco, trabajando en las pesqueras.

'Tocopilla, Mejillones, San Antonio, toda la zona central, hasta Talcahuano', enumeró.

La adolescencia de Pepino y sus hermanos se dificultó con la muerte de su padre, lo que les obligó a arreglárselas para salir adelante.

'Recuerdo que con mi hermano Pato tuvimos que dejar los estudios de día e ir de noche para así trabajar por las mañanas'.

Dice que la situación era mala y por ello tuvieron que limpiar autos y valerse de todo tipo de 'pololos' para subsistir.

'El Pato se convirtió en el primer vendedor de cassette 'pirata' de Iquique, ya que regrababa copias de Silvio Rodríguez con una fotocopia en la carátula, y los promocionaba entre los dueños de los autos que limpiaba', recordó entre risas.

Posteriormente trabajó en Zona Franca en una distribuidora de telas. 'Me ascendieron rápido en el puesto, pero igual la paga era muy mala y en realidad me alcanzaba casi solo para vestirme bien en el trabajo. Era algo muy vacío, ya que hasta tenía que irme a pata desde El Morro', dijo.

Luego con planes de viajar a Holanda o convertirse en psicólogo y otros sueños, la vida de Riveros de repente se unió con el mar, donde conocería amistades y también duras peripecias.

Cuando la situación económica estuvo mala para Pepino, emigró hasta San Antonio donde tampoco los días fueron fáciles, ni el trabajo abundó.

'Los pescadores de allá me hicieron la cruz por ser del norte y no me dejaban trabajar. Me quedé amanecerme en varias ocasiones en el muelle, bajo la lluvia, el viento y el frío para agarrar alguna pega'.

No le quedó más que ofrecerse como 'gato', dijo, haciendo alusión a quienes de noche robaban pescado a los barcos industriales pesqueros.

'Me decían ´el indio´ por ser de Iquique. Yo no tenía un peso y mi familia no sabía de mí ya hace años, así que acepté. Buscaban gente para hacer eso hasta que los marinos nos pillaron', recordó riendo.

En el año 2006, su tierra nortina lo llamó a volver y desde entonces sale a bucear o pescar de vez en cuando, aunque su trabajo es ser auxiliar de pesca en la Caleta Riquelme.

'Cada vez me doy cuenta lo difícil que es para el pescador hacer valer su trabajo. No se trata solo de comprar pescado, sino de adquirir algo que incluye amanecerse temprano, salir al frío, implica un esfuerzo invisible que no se traduce en el valor de lo que se vende a quienes lo distribuyen tres veces menos', reflexionó.

Pepino también es señalado por algunos hombres de mar de la Riquelme como un 'héroe', por encontrarse en su lancha al momento exacto del terremoto y tsunami de abril, que afectó y destruyó embarcaciones en el muelle de pasajeros.

Aquella noche, al ver los barcos sobre el muelle de pasajeros, descuadrados o por inclinarse, ayudó a estacionarlos para que no se arruinaran.

'Estaba sobre la lancha cuando vi que se movía la tierra como el pistón de un vehículo. El edificio que construían al frente tenía una sonajera de tarro. Yo andaba con mi gato a bordo, el que saltaba de un lado a otro, impresionante', contó.

Además, como hombre de mar y aficionado a la geografía, desmintió las probabilidades de que un tsunami arrase en un futuro nuevamente con la caleta.

'El mar de acá es muy profundo y no podrá ocurrir algo como en Dichato, donde la porción de tierra sobresale en cuatro grados de latitud a la que tiene Iquique (70°) lo que serían unas 240 millas más afuera y por eso el mar se llevó todo. Yo digo que acá jamás habrá otro tsunami'. J