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Usó esculturas de arena para salir de las drogas

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Diez de sus 34 años Cristian Barraza lleva realizando esculturas de arena, talento que descubrió en un momento complicado de su vida.

Este hombre, que nació en Tocopilla pero se crió en Iquique, comenta que actualmente este arte es lo que sustenta a su familia, trabajo que complementa al que realiza junto a su padre en un taller de pintado de vehículos.

Cristian descubrió este talento luego de estar 'perdido' en la droga, vicio al que ingresó cuando realizaba el servicio militar en el Fuerte Baquedano (Provincia de El Tamarugal)

Tras años en este tipo de vida, donde llegó a probar la marihuana, cocaína, pasta base y neoprén, entre otras sustancias, y debido a la angustia por conseguir dinero para seguir con sus vicios, comenzó a ir a la playa con el objetivo de distraerse.

Entre su locura o 'volada' hacía hoyos en la arena, por lo que los pequeños bañistas (niños) se acercaban y las utilizaban como piscina. Es así como cada vez le comenzó a tomar el gusto a ello, hasta que un argentino le pagó en dólares para que le hiciera una piscina de arena a sus hijos. Fue ahí cuando se dio cuenta que podía conseguir dinero de manera fácil y así costear su vicio.

'Estuve perdido y la angustia se apoderaba de mí. La droga me tenía mal, me fui a vivir a la calle e incluso comía lo que encontraba en los basureros, ya que le robaba las cosas a mi familia, situación que provocó que ellos se alejaran de mí', dijo Barraza, quien recordó que fueron cinco largos años en que la droga se volvió el centro de su vida.

Es así como todos los días Cristian iba a la playa para conseguir recursos. Un día comenzó a realizar figuras de animales con la arena que le sobraba al realizar las piscinas para los niños. Ese día fue importante para él.

'Sólo quería conseguir dinero para comprar droga y por eso hacía las piscinas para los niños. Un día, utilizando las pocas neuronas que me quedaban, comencé a hacer figuras de animales con la arena. Ahí me di cuenta que podía hacer mucho más. Mi primera figura fue un delfín, el que no tenía ningún detalle, era feo y muy fome', recordó.

Poco a poco fue perfeccionando este talento, el que se convirtió en un arte para él. Cristian Barraza explica que se dio cuenta de su habilidad para realizar esculturas de arena, por lo que comenzó a investigar sobre cómo eran realmente algunos animales para así plasmarlo en la orilla de Cavancha.

'Un día llegué a mi casa y me puse a ver el Discovery Channel. Me dieron ganas de investigar sobre los animales y su estructura. Ahí aprendí mucho, me sirvió para perfeccionarme y alejarme un poco de las drogas. Ocupaba mi tiempo investigando y no drogándome'.

Si bien él confiesa que a veces recaía y que se demoró 2 años y medio en rehabilitarse por completo, precisa que las esculturas de arena fueron su trampolín para la reinserción a la sociedad.

'Me llamaban el fumón de las esculturas de arena. Estaba delgado por la droga, estaba perdido. Estaba mal y casi en la locura. Mi familia se alejó de mí y eso me dolió. Pero con este arte comencé a vivir nuevamente', dijo Cristian.

Este hombre, decidió hacer un cambio radical en su vida. Por eso se fue de Iquique, con el fin de alejarse definitivamente de las drogas. Durante 6 meses mochileó por todo el norte de Chile. Para sustentar sus gastos, realizaba esculturas de arena en las distintas playas donde se encontraba, hasta que llegó a Valparaíso.

Allí participó en un concurso de Castillos de Arena, donde obtuvo el segundo lugar y la oportunidad de asistir a un curso de esta disciplina para perfeccionarse.

'Aprendí mucho. Ahí me enseñaron a pintar mis figuras de arena y a realizar más detalles en ellas. Ahora hago dragones, peces, sirenas y figuras humanas. Me demoro entre una y cinco horas en realizar mis esculturas. Mi mayor tesoro es un dragón de 4 metros de largo', dijo.

Valparaíso no sólo le trajo mayor conocimiento en el tema a Cristian, sino que también el amor. Aquí conoció a su pareja con la cual tiene dos hijos (4 años, 2 años y uno por nacer).

'Me cambió la vida. Este arte y mis hijos me ayudaron. Desde que nació Carlos ( el mayor) no me drogo y cuando nació Fernanda mi vida cambió radicalmente', confiesa Cristian.

Tras algunos años fuera de Iquique, Cristian volvió el 1 de enero a nuestra ciudad, la que él considera su ciudad.

'Soy un iquiqueño más. Acá la gente valora mi arte y los turistas aprecian mi talento. Esto me ayuda a sustentar a mi familia. Gracias al aporte voluntario de la gente he llegado a juntar $50 mil diarios'. J