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El hogar San Vicente de Paul y su lucha por levantarse

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La reconstrucción no ha sido fácil para el hogar San Vicente de Paul. Aún tienen un pabellón inhabitable y debieron reubicar 23 camas para seguir atendiendo a los 43 adultos mayores que tienen a su cuidado.

Entrar al lugar es llegar a un mundo diferente, los mismos abuelos del hogar le dan la bienvenida a las visitas y las puertas siempre están abiertas.

Gracias a los aportes de privados y organizaciones de personas particulares, el hogar poco a poco va mejorando su infraestructura y atiende de mejor forma a los ancianos.

preocupaciones

Para la socióloga y directora del hogar, Claudia Yáñez, la mantención del lugar y la consecución de recursos son una preocupación con la que mes a mes debe lidiar. El aporte que hace cada adulto mayor que vive en el hogar no logra cubrir ese gasto de mantención básica. "Cada abuelito hace un aporte que equivale a su pensión. De los 43 sólo 19 tiene familia, por lo tanto los recursos no son tantos."

Así también cuentan con el apoyo para financiar al personal de la Fundación San Vicente de Paul de Santiago.

Este hogar es uno de los pocos que cuenta con la política de puertas abiertas, recibe a todas las personas y organizaciones que quieran compartir con los abuelos.

Tal como recalca la directora del hogar, "resulta vital contar con el apoyo de más personas y empresas para poder tener en mejores condiciones a nuestros abuelos".

De este modo, es importante contar con una red de apoyo, principalmente basada en nuevos socios, "queremos activar la ayuda de antiguos socios y poder sumar más personas a esta hermosa labor de cuidar a nuestros abuelitos".

tardes recreativas

Dos veces por semana las damas del Rotary Club Santa Laura, llevan diferentes actividades a los ancianos, talleres de Risoterapia, onces entretenidas y momentos de conversación.

La labor social que cumple esta institución y las ganas de mejorar las condiciones han logrado que puedan apadrinar al hogar. "A través del apoyo de nuestras redes hemos ido consiguiendo diferentes cosas para el hogar, hemos podido ayudar a la reconstrucción del hogar, nuestra gestión ayuda a mejorar el lugar", comenta la presidenta de Rotary club Santa Laura.

Por su parte, Adela Acevedo (81 años) se mueve por todo el lugar, y no contenta con ello, se da el tiempo de poder ayudar a los otros abuelos que viven en el lugar, "ayudo a las abuelitas en la noche, en el baño, para mi son como mis hijas, siempre estoy preocupada de ellas". J