Una vez más hemos iniciado un cambio de hora en Chile en desmedro de sus habitantes.
Sistemáticamente el estado chileno se ha propuesto robarle horas de sol a sus compatriotas.
Lamentablemente se han impuesto criterios economicistas que van en desmedro del bienestar del individuo, que es un organismo cuyos procesos biológicos dependen directamente de la luz, obligándolo a iniciar sus actividades en horas de total oscuridad. Inclusive estos criterios ni siquiera son valederos hoy ya que el impacto que tiene el cambio de hora sobre la economía es, según los entendidos, del orden de un dos por ciento!
Nuestro país tiene un alto nivel de depresivos y esta situación no hace más que acentuar el problema. Yo creí, ilusamente, que con la llegada de un médico a la presidencia como fue la de Michelle Bachelet en su primer gobierno donde, a la vista de nuevos antecedentes que reforzaban la inutilidad de la aplicación de este cambio, se iba a poner fin a esta medida pero, como dije antes, fue solo una ilusión.
Con el gobierno de Sebastián Piñera la cosa fue de mal en peor porque un o unos creativos empezaron a jugar con las fechas haciendo que el proceso se hiciese más sufrido para el pobre ciudadano que ya no solamente no se enfrentaba a una periodicidad estable del cambio de hora sino que además debía luchar con problemas en elementos como teléfonos o computadores que no están programados para esas nuevas fechas.
Esta situación remató en el escenario absurdo en que nos encontramos hoy que obligará a los habitantes de Chile, principalmente los niños, a acudir a sus lugares de estudio o trabajo en total oscuridad con el consiguiente riesgo agregado de accidentes a causa de la falta de luz y sueño a que se ven enfrentados.
Por lo tanto, no sólo este sistema nos ha escamoteado dos horas de luz que necesitamos como organismos vivos dependientes del sol sino que, además, ha sido demostrado que la medida tomada no ha tenido ningún provecho tangible para nosotros. Este país no tiene ningún derecho a endilgar a sus ciudadanos cambios que vayan en directo perjuicio de sus vidas y menos aún sin su consulta y aceptación.
Hrvoj Ostojic P.