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Discursos e integración

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La inminente visita del ex presidente de Bolivia, Carlos Mesa Gisbert a Chile, parecer resultar un nuevo estímulo, para que la discusión diplomática entre estos dos países no cese, sumando así más hitos de esta aparente conflictiva relación.

Pero a más de mil 800 kilómetros de La Moneda en Santiago y más de setecientos de Palacio Quemado de La Paz, miles de iquiqueños y turistas, gran parte de ellos bolivianos, gozan de las manifestaciones culturales heredadas por nuestro ancestral mundo aymara, que hasta hoy nos mantiene, a través de costumbres y formas de vida, constituidos como una sola gran región.

Parece ser que el discurso desde el centro de ambos países, no cunde efecto aparente en nuestras actividades, teniendo como muestra, que la más grande manifestación religiosa del Norte Grande, como es la Fiesta de La Tirana, cuenta todos los años con una participación principal de las bandas de bronces, en su mayoría llegadas desde Oruro.

Como hablar de las actividades veraniegas, sin pensar hoy en un Carnaval Andino, o la tremenda influencia que ejerce en los tradicionales Tambos Andinos y que decir de las más diez mil personas que llegaron el fin de semana a participar en el XII Festival de Colectividades Extranjeras y que precisamente dieron como reina a la representante de Bolivia, Janeth Pomacusi.

El "ethos" de los habitantes de zonas extremas de Chile y Bolivia, parece estar marcado por una relación geográfica, histórica y también de percepción de abandono.

Nuestro Premio Nacional de Historia, Sergio González Miranda en su libro "Sísifo en Los Andes", recoge la visión del doctor boliviano y miembro de las Caravanas de la Amistad en 1958, Josermo Murillo, quien precisa que "ni Iquique, ha de poder vivir en el futuro sin la complementación económica del altiplano, ni tampoco Oruro ha de poder sellar su progreso sin su vinculación".

En una región, que según informó este matutino el 30% de los nacidos cuentan con padres extranjeros y que registra más de 27 mil migrantes (más del 8% de la población tarapaqueñas), creemos que nuestra tarea como habitantes de este árido desierto, está en la de profundizar nuestros lazos con nuestros vecinos.

El Acuerdo de Unión Civil

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La aprobación en el Congreso Nacional del Acuerdo de Unión Civil (AUC), vendrá a normalizar una realidad que es clara y evidente en nuestra sociedad: la convivencia de parejas y la formación de familias sin que necesariamente existiera un vínculo como el matrimonio, ya sea entendido como un contrato legal o religioso.

De acuerdo al portal Separadosdechile.cl, durante el 2013, se celebraron 63.413 matrimonios mientras otras 111.363 parejas iniciaron los trámites para separarse legalmente. Y durante el año 2014, se iniciaron unos 123 mil procesos de separaciones legales.

Este hecho sitúa a nuestro país entre los más divorcistas del planeta, junto con el evidente y progresivo descenso en la tasa de matrimonios. El mismo contexto da cuenta del nuevo modelo de vida en pareja, en donde la convivencia sin formalidades ni convenciones ha ganado espacios y de ahí el sustento del Acuerdo de Unión Civil. Este marco se adapta al nuevo paradigma de vida en pareja, puesto que permitirá que convivientes puedan formalizar su unión ante la ley, sin importar su sexo, respondiendo así también a un llamado no sólo heterosexuales, quienes no eran reconocidas como parejas en términos legales.

La dimensión valórica de este paso que ha dado el país es fuente de múltiples miradas, pero más que una causa, es un efecto de una sociedad que ha experimentado profundos cambios, en los que las concepciones religiosas se han ido adaptando a la voluntad humana o simplemente, han sido reemplazadas.

En términos prácticos, el AUC busca terminar con la discriminación y la desprotección jurídica de parejas que viven juntas, de acuerdo a lo que establece el Gobierno, considerando que de acuerdo a las estadísticas, este tipo de uniones van en aumento. Este reconocimiento es fundamental también para el caso de los hijos, cargas familiares, y para definir un régimen ya sea de separación o comunidad de bienes.

Un estudio de Adimark mostró que un 15% de los chilenos vive con una pareja sin estar casados. El AUC viene a responder precisamente a esos más de 2 millones de personas.