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Casa del general Buendía

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Con mucha preocupación recibimos la noticia de que se interviene la casa del general Buendía en el barrio El Morro. Pudimos comprobar en terreno la veracidad de esa afirmación. Al parecer se trataría de la demolición, no sabemos si total o parcial de ese edificio, por parte de una inmobiliaria. Algunos colectivos ya juntan firmas para intentar paralizar las obras.

Resurge, una vez más, la discusión sobre los valores de nuestra limitada y frágil herencia patrimonial.

¿Tiene esa casona de madera de dos patios y dos pisos, suficientes valores arquitectónicos que la hagan merecedora de protección?¿El sólo hecho de haber sido habitada por el general peruano a cargo de la plaza, al desencadenarse la guerra del Pacífico, le otorga un valor especial?¿Deben protegerse bienes que no tienen declaratoria de Monumento Histórico por el Consejo de Monumentos Nacionales?¿Tiene el catastro municipal de bienes patrimoniales alguna importancia práctica en un caso como este?¿Quién protege en definitiva la herencia constituida por el patrimonio arquitectónico?

Estas y un sinnúmero más de preguntas sobre la materia, surgen cíclicamente ante hechos como el comentado.

Creemos que la vieja casona de madera es valiosa desde el punto de vista de su arquitectura; que el hecho de haber pertenecido al general Buendía (incluso sin la existencia de Leonora Latorre) le otorga un valor adicional; que hay un patrimonio no reconocido oficialmente que debe protegerse y que el catastro municipal de bienes patrimoniales arquitectónicos de Iquique debiera constituirse en instrumento de planificación.

Pero finalmente es la comunidad local, la que debe pronunciarse sobre su herencia y protegerla. Por su parte La Universidad, en tanto conciencia crítica de esta sociedad, no puede guardar silencio; no debe guardar silencio.

Otro pedazo de nuestra historia se demuele, sin respeto alguno, como si sólo se tratase del retiro de madera carcomida por las termitas; solo materia deteriorada, sin pasado, sin significado alguno, carente de todo valor. Esta visión materialista, simplista y reduccionista de nuestra herencia patrimonial nos empobrece a todos.

Pablo González, director

Carrera de Arquitectura, Unap.

Triste realidad

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La desigualdad en nuestro país nos tiene presionados psicológicamente. Nos produce penas, depreseión y otras enfermedades. Si comparamos Chile con otros países, somos los que tenemos mayor circulación de grandiosas cantidades de dinero en todo tipo de colusiones.

El 50% de nuestra sociedad gana $300 mil. Las pensiones son indignas y el sueldo mínimo es una burla.

La Reforma Laboral tendría que haber emparejado la cancha como había prometido el Gobierno, pero eso es una falacia. La negociación colectiva continúa sin cambios, y claramente, esto les viene como anillo al dedo a los ganadores deshonestos.

Alguien dijo en la televisión que estas personas de la elite ganan más de 400 millones de pesos mensualmente.

El financiamiento de las campañas debe terminar. Sabemos también que la carrera para elegir candidato al sillón presidencial 2017 está desatada, aún cuando los honorables saben que el descontento es masivo, latente y progresivo.

Carmen Espinoza Oliveros.