Si bien llama la atención de turistas y locales, lo cierto es que el dinosaurio instalado en Cavancha parece descontextualizado. Sería conveniente que a la hora de ornamentar, se considere reforzar la identidad cultural de la región de Tarapacá.
En primera instancia, suena extraño, pero real, dado que se puede aplicar el concepto medieval a una forma de pensamiento o cultura y en ello, se puede señalar que el puerto tiene elementos medievales.
La ciudad tiene una estructura mental religiosa popular, que se asemeja al medioevo en su forma, dado su culto mariano y de santos, como el temor a Dios y a las múltiples fiestas que adornan el calendario, cada una de ellas marca un tiempo, por ejemplo los carnavales de claro origen medieval y que traen a América los españoles y las fiestas de la Virgen del Carmen de La Tirana, por tanto, existe un antes y un después de ello y en eso el estado retrocede ante la religiosidad, es más, el feriado del estado que es regional se hace por una deidad religiosa y surge con ello, el peregrino que tiene su significado histórico en la época medieval y los castigos a la carne o al cuerpo, como el ayuno, las mandas y promesas.
Por otro lado, la idea de ser centro de todo, es una imagen del encierro medieval de economía autárquica que se sitúa en una imagen que es la ZOFRI, aunque ésta es todo lo contrario en términos económicos, pero el pensar que abastece todo lo convierte en ello, que se suma al temor al extranjero.
El mundo político es medieval, aún existen los caciques, que derrotan a la clase política moderna, especies de big-man que suman las tradiciones regionales y carismáticamente se sitúan en el poder, reparten poder y conducen al clientelismo político, éstos son una clara forma que la ciudad aún no es moderna, aunque se moderniza, dado que en su aspecto de mentalidad responde a estructuras señoriales del poder y de luchas por éste en que existe una ideología del afecto a la personalidad y a la prebenda a la reciprocidad de la red del poder que se cruza, negocia que se traduce en empleos y ayudas, aunque no siempre ese nicho de poder, traiga consigo efectividad, la lógica medieval, no es la capacidad, sino la lealtad, lo que mueve la red de poder.
Falleció don Pedro Martínez Telles, quien fue columnista por años de este diario. Escribió con el pseudónimo de Don Zoilo sobre temas de cultura y patrimonio en la década de los 80. Nuestras condolencias.
Las obras del par vial de calle Bulnes han trastornado el tránsito, pero los trabajos son necesarios. Lo negativo es que varios choferes no respetan la luz verde y los peatones deben cruzar con temor en Barros Arana y Obispo Labbé.
El municipio de Iquique comenzó el retiro de los vehículos abandonados en la vía pública.
La medida es importante por cuanto busca combatir un problema permanente de la ciudad, considerando que ya es habitual que muchos móviles con desperfectos mecánicos terminan aparcados en la vía pública y son reemplazados por uno nuevo.
El Concejo Municipal aprobó la adquisición de dos grúas, las que a través de una empresa concesionaria retirarán estos automóviles.
Se estima que en la actualidad existen cerca de dos mil vehículos en estas condiciones en las calles de Iquique, lo que provoca inseguridad y congestión. En ese sentido, varios de estos vehículos son utilizados para ocultar delitos o como escondite de delincuentes, mientras que otros se transforman en refugio de personas en situación de calle.
Con esta medida el municipio pretende hacer cumplir la ordenanza 478, que establece que los vehículos abandonados en la vía pública y que sean llevados al corral municipal deberán pagar diariamente una multa de 0,125 UTM en el caso de motos y motonetas; mientras que para los automóviles la sanción asciende a 0, 025 UTM. En el caso de los taxibuses, camiones y buses de hasta 8 toneladas el pago se eleva a 0,05 Unidades Tributarias Mensuales. El reglamento agrega que a contar del undécimo mes el costo de servicio de bodega se duplica.
Además, la ordenanza contempla que los vehículos que permanezcan abandonados por más de un año y sus dueños no estén ubicables deben ser retirados.
Es importante que sean los mismos vecinos quienes contribuyan a denunciar el paradero de estos vehículos. Para ello pueden contactarse con el departamento municipal de Aseo y Ornato o directamente con los inspectores municipales.
Junto a esta medida extrema, es necesario que la comunidad asuma que mantener la ciudad limpia y ordenada es tarea de todos y no una función exclusiva de las autoridades.