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La abuela "skater" que causó furor relata su historia de amor

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Raquel Cortés, de 71 años, vivía en la oficina salitrera Alianza cuando conoció a Mario Santander, de 85 años, que trabajaba en Victoria.

Se trata de la famosa pareja que protagoniza el video que circula por internet, donde se ve a una señora empujando la silla de ruedas de su esposo, mientras anda en skate.

Todo comenzó como una respuesta al tratamiento que Mario recibe desde el año pasado, cuando le diagnosticaron de cáncer a la próstata.

"Siempre andábamos afuera, pero ésta vez no podíamos", relató Raquel quien además admitió que el calor hizo insoportable dicha estadía.

Mario jubiló por problemas al corazón y hace varios años que dejó de manejar. Por tal razón, lo más práctico fue comprar una silla de ruedas eléctrica.

"Con una silla no tengo que sacar patente ni licencia de conducir", reconoció entre risas, mientras cuenta que la adquirió el año pasado porque comenzó a sentirse muy cansado.

"Estaba obligado a quedarme en casa", dijo.

"A veces nos subíamos a la 'liebre' sólo para ir a dar una vuelta al centro", recordó Raquel, quien vive junto a su pareja en la villa Magisterio, sector de Tadeo Haenke.

De esta forma, el matrimonio recorre desde la plaza Prat, por el norte, hasta la rotonda Chipana, hacia el sur.

"Vamos con una radio portátil escuchando música, Pink Floyd, Queen", declaró Mario sobre sus paseos frente a la playa.

Comprar la silla fue el primer paso. "Estaba condenado a estar solo. ¿Cómo le instalamos algo para salir juntos?, me pregunté. A veces salíamos, yo me adelantaba y ella se quedaba lejos", afirmó Mario.

Tras unos días, el regalo llegó por parte de un nieto de Mario, quien colocó un aparato para acoplar un skate a la silla, porque suelto es peligroso, aseguraron.

"Estar a orillas del mar, respirando aire puro le hace bien a uno físicamente", detalló Mario, que además rescata los beneficios para la salud que les entrega la actividad al aire libre.

HISTORIA DE AMOR

El amor entre ambos no tiene fecha, porque no recuerdan como éste nació.

Sacan cálculos pero solo llegan a la conclusión que, desde los años sesenta, están juntos desde que vivían en las salitreras.

Tienen siete hijos, dos de ambos y cinco de él con su primer matrimonio. Y, a pesar de la edad que ambos representan, recién pudieron casarse el 2008.

"Él tenía familia", recordó Raquel, quien esperó hasta el divorcio de Mario para contraer el vínculo matrimonial con su amor.

En sus años de juventud, él trabajó en la oficina Victoria en 1951, hasta que lo trasladaron a la oficina Alianza, donde residía Raquel.

"Ahí empezó el amor", precisó Mario. Ambos se conocieron en 1955.

Sin embargo, las cosas no fueron como ambos hubieran querido.

"Yo sabía que él tenía un compromiso. Mi padre me dijo que tenía que velar por lo hijos de él y yo le cumplí, pero nunca me borré su cariño", reconoció Raquel, consciente de la relación previa de su ahora pareja.

"Mi padre me frenó y eso lo reconozco", añadió.

Su arribo a Iquique fue cuando Victoria cerró en 1979. Él era de la ciudad, no así Raquel, quien llegó desde Salamanca, región de Coquimbo.

"Por eso me decía que yo era una bruja", dijo riendo.

Raquel trabajó mucho tiempo en el ámbito de la salud. Primero en el hospital de Victoria y luego en la antigua clínica Schweitzer, ubicaba en Orella con Baquedano, actualmente la Clínica Iquique.

Con el pasar de los años, la salud de Mario comenzó a verse afectada.

"Tuve un infarto cardiaco en 1982. Ahí me jubilé por invalidez . El 2004 sufrí un infarto al cerebro", aseveró. Esto último le afectó el habla, quedando mudo por un tiempo.

Después de jubilado, estudió durante siete años los temas relacionados a la ciencia, filosofía y religión, publicando incluso dos libres en 1995, firmados como Omar Sander: "Nuestros Mundos" y "Esociencia. La nueva cultura del Siglo XXI".

"Escribía en una Olivetti y luego en una Atari", enumeró Mario sobre las máquinas de escribir y computadores que utilizaba. También hizo documentales audiovisuales sobre temas pampinos, huelgas y masacres salitreras.

"Después de que le diagnosticaron cáncer el año pasado, le dio una depresión. Entonces había que salir", recalcó Raquel.

Los viajes, eso sí, se habían acabado muchos años antes, según los recuerdos que narraron.

"Antes íbamos a otros lugares, como al sur. De hecho, me dio un infarto al bajarme de un avión después de un viaje a Argentina", contó Mario.

primera vez

El primero de enero fueron a dar su primera vuelta. Ese día debutó la curiosa máquina de viajes, como la denominaron.

Toda la gente pasaba en auto tocándoles la bocina. Les hacían gestos con las manos, con los dedos hacia arriba. Los niños se acercaban y veían la patineta.

"Le voy a comprar una a mi abuelo, nos decían".

Ambos esperan inspirar a otras personas de su edad, porque la máquina no se quedará así.

"Ahora le voy a instalar una baliza amarilla con un panel solar", anunciaron. J