El crítico momento que vive la clase política en nuestro país se encontró con una frase del presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, quien dijo esta semana que "hoy ser político es una degradación". El diputado, de esta manera, reconoció los resultados del "termómetro" popular que se hizo sentir con especial claridad durante el Festival de Viña del Mar.

Y es que durante las primeras noches de festival, los humoristas de turno se encargaron de repasar la actualidad política nacional con chistes e ironías que más que risas, terminaron por sacar pifias y reprobaciones de los asistentes a la Quinta Vergara. Menciones a personajes y hechos de la actualidad nacional dieron cuenta del rechazo con el que la ciudadanía reacciona hoy cuando se habla de política.

Es por eso que Andrade reconoció que la clase política ha llegado a convertirse en tema para trivialidades y que de seguir este curso, los próximos humoristas del festival tendrían que ser los mismos políticos, "y advierto que no se va a reír nadie", sentenció.

En medio de la voluntad expresada por el Gobierno de trabajar en un proyecto transversal que regule la relación que existe entre la política y los negocios, especialmente tras los casos Penta y Caval, aparece el llamado del timonel socialista para hacerse cargo de un problema que no es nuevo, pero que hoy pareciera tomar fuerza y encontrar eco en una ciudadanía cada vez más escéptica de sus líderes.

El nepotismo, la falta de transparencia, los conflictos de intereses, el uso de información privilegiada y de influencias, el lobby y otros tantos temas que han sido asociados a la actividad política y que han sido advertidos por la comunidad, han restado confianza a grados críticos.

Es por eso que hoy es necesario que, junto a un trabajo legislativo en torno a estos problemas, exista una plena convicción y compromiso en los actores nacionales para poder volcar la impresión negativa que en estos momentos la clase política ha estado entregando al país, y que se ha expresado, especialmente, mediante la baja participación electoral.

Esta semana, sufrimos la pérdida de un monumento histórico para la región de Tarapacá. Un incendio se llevó parte importante de Iquique y de Chile, destruyendo recuerdos que difícilmente podremos recuperar. Si bien, hoy existe la forma de volver a ver nuestra ex Aduana hermosear nuestra ciudad, nada podrá traer de vuelta esa infraestructura que acogió los mismos restos de Arturo Prat en 1879.

En torno a esta tragedia que unió a toda una comunidad la noche del 26 de febrero, surgió la discusión sobre el rol del Gobierno en el rescate y resguardo del patrimonio regional. Muchos criticaron que las condiciones en que se encontraba el Palacio Rimac - como también era conocido el monumento - no garantizaban su seguridad.

Otros, que solo el incendio nos hizo valorar el patrimonio. Todas esas voces aportan a la discusión porque es responsabilidad de todos, el proteger la historia tangible que nos va quedando.

Anunciamos el compromiso de financiar lo que fuese necesario para volver a mirar la ex Aduana con orgullo, con su interior renovado. Pero hicimos un compromiso mayor aún: no repetir los 10 años de espera del Teatro Municipal, otro sitio que tenemos el honor de poseer en la región.

Es necesario que la comunidad sepa, que no solo el incendio nos hizo recordar la importancia de resguardar el patrimonio. A través de la Subdere estamos ejecutando actualmente, 3.500 millones de pesos en proyectos de diseño y obras en toda la región. Recuperar la pulpería de la ex oficina Humberstone, patrimonio de la Humanidad, es la inversión mayor y permitirá alargar la vida útil de ese edificio que anualmente recibe a miles de turistas de todas partes del mundo, interesados en el auge salitrero.

No permitamos, como tarapaqueños, que la ex Aduana quede ahí. Nosotros ya empezamos y seguiremos atentos a que los compromisos se cumplan.