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Centenaria pampina asegura que el teatro y la poesía son su condimento para vivir bien

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Con mucho ánimo y una sonrisa permanente en los labios, cuesta creer que Lidia Gatta Angulo, cumplió cien años, pero es así.

Esta iquiqueña, pero pampina de corazón, celebró este gran acontecimiento junto a su numerosa familia, en especial con sus hijos, nietos y bisnietos que llegaron desde todo Chile.

La iquiqueña nacida el 6 de marzo del año 1915, estudió en la recordada Escuela Técnica Femenina.

A la edad de 23 años decidió formar una familia y casarse con el amor de su vida, Juan Vicentelo Nette, quien lamentablemente falleció en el año 1964.

Tras 51 años viuda, Lidia siempre recuerda a su marido y menciona que no habrá otro hombre en su vida.

"A esta edad ya no habrá otro hombre, ¿para qué? No hay otro como Vicentelo, el único amor de mi vida, él es el padre de mis hijos", reflexionó la abuelita.

CELEBRACIÓN

La querida "Negrita", cariñoso apodo con que familiares y amigos se refieren a ella, refirió que celebrar un día más de vida no es lo significativo, sino tener reunida a la familia.

"Este día lo siento como uno más, igual sé que estoy de cumpleaños. Lo bueno es que nadie más lo está, pocos llegamos a esta edad, pero lo importante es que están todos reunidos. La única ventaja que puedo ver, es que Dios me dio un año más de vida".

Sin embargo, pasando los minutos, la gran madre, reconoció que estaba emocionada por la celebración.

"Me da alegría. Como lo dije antes es un día más, pero igual me emociona sentir todo ese cariño. Ver a tanta gente, tantos niñitos que vienen a verme", relató Lidia, secándose las lágrimas que espontáneamente salían de sus ojos.

Acontecimiento para el cual no pierde la coquetería, ya que cuida su imagen para la ocasión y recibir a sus familiares. Debe verse radiante.

"Pase toda la mañana en la peluquería. Una de mis hijas me llevó porque igual una debe arreglarse, no todos los días está de cumpleaños. Vinieron varios nietos, tengo que verme linda", enfatizó.

Afirmó que su secreto para ser tan longeva, está en querer la vida y las artes, pues se declara una admiradora del teatro y de la poesía.

Dentro de las actividades que realizaba, destacó su habilidad en el corte y confección, transformándose en la modista de la familia pese a que lo negaba.

"Jamás me consideré modista, me gustaba coser. En ese tiempo trabajaba en eso, era costurera y ganábamos dinero con el trabajo, pero hay muchas cosas que no puedo contar, me las tengo que callar, porque si supieran, no mejor no digo nada", expresó Lidia riéndose avergonzada.

PICA

Su niñez la vivió en el poblado de Pica, generando importantes lazos en su vida.

"Era muy lindo, cuando era chica tenía varias historias... tenía un profesor que me gustaba. Cuando nombran Pica me quedo callada porque no es lo mismo, las personas que yo conocía ya no están, lamentablemente todos murieron", relata con nostalgia, viendo como el paso del tiempo se lleva a sus amistades.

IQUIQUE

Sus cien años los vivió en distintas partes de la región, sin embargo reconoció que el lugar donde más se sentía cómoda era en la Tierra de Campeones.

"Iquique es mi vida, la ciudad es lo máximo para mí, estuve en la escuela, aprendí muchas cosas. Lo demás ya no vale nada, Iquique ha sido lo mejor de la vida no lo cambio por nada".

FAMILIA

Para los hijos, el 6 de marzo es un hecho importante, porque además que su madre cumple un año más, es una gran oportunidad para que el grupo familiar se reúna y comparta. Así lo mencionó uno de los hijos, Miguel Vicentelo.

"Siempre fuimos unidos, ayer hoy y mañana. Ella siempre nos enseñó a ser así, por eso hay que mantener esa crianza. Es importante para nosotros verla feliz y sabemos que nuestra unión como familia a ella la deja tranquila". Agregó, "nosotros como familia somos hartos, no todos vivimos en Iquique, hay hermanos, nietos que vienen incluso de La Serena y aun así nuestra unión como familia sigue intacta y todo esto es gracias a ella por sus enseñanzas".

Dentro de las familias siempre hay un regalón de la madre. En este sentido, Miguel se siente el más afortunado y cercano a Lidia.

"Desde pequeño siempre fui el más apegado a ella, siempre me decía- Miguelito. Fue una madre ideal, hubo muchas cosas que pasaron, por ejemplo cuando falleció nuestro padre, ella tuvo que hacerse cargo con todos los hijos", relató orgulloso.

Asimismo reconoció que tras el fallecimiento de Juan Vicentelo, padre de familia, la vida de Lidia cambió rotundamente. "Si no fuera por el ímpetu que tuvo ella y además la ayuda de mis abuelos hubiera sido muy complicado. No es fácil vivir y salir adelante con cinco hijos, ella lo hizo. No es fácil alimentar a tantas bocas sobre todo en esos años, ella lo hizo. Como lo dije antes y lo repito fue una madre excepcional".

Por su parte Laura Vicentelo, hija menor de Lidia, mencionó lo importante que fue su madre en tiempos difíciles.

"Hubo momentos complicados que la familia tuvo que pasar, sobre todo cuando nuestro padre falleció. La forma de ser de mi madre fue lo que nos sacó adelante", relató, agregando sentir mucho orgullo de ser su hija.

Madre e hija

"La relación con mi madre siempre fue buena, siempre dio todo por nosotros y debemos hacer todo por ella. Creo que somos pocos que devolvemos la mano con nuestros padres, ella merece recibir todo lo que nos entregó", reflexionó Laura, sobre una realidad distinta para el resto de los adultos mayores, que en su mayoría conviven con la solidad.

Laura fue más allá y reveló su historia y relación con su madre. "Con mi mami tenemos una historia especial porque por razones de salud tuve que irme a vivir con una tía cuando tenía cinco meses de vida. Mi mamá tuvo una enfermedad y no pudo hacerse cargo de mí, estaba muy débil. Luego pasó el tiempo y siempre viví con mis tíos", afirma sin dejos de recriminación hacia su progenitora.

"Yo digo que me crié sola, pero tengo cinco hermanos", señaló y pese a que no pudo crecer junto a ellos, Laura reconoce que la relación con sus familia fue buena y sincera.

"El cariño siempre fue el mismo, siempre mantuvimos el nexo hasta el año 1960, que tuvimos que irnos al sur con mis tíos, pero nunca perdimos el contacto".

Según la hija menor, dado que su tía no tenía un hijo propio, Lidia permitió que Laura se criara con ellos.

"Me imagino que mi madre sintió pena cuando yo me fui, pero ella veía por mis tíos, porque ellos no tenían hijos y estaban tan acostumbrados de vivir y estar pendiente de mí, que al final aceptó la situación", refirió la mujer, en un intento por entender la forma de ver las cosas en aquella época.

"Claramente fue una decisión difícil que tomó mi madre, pero ella pensó en sus cuñados y finalmente cedió, pero independiente de esto, somos muy unidos como familia, la relación con mis hermanos es muy buena al igual que con mi madre".

Cien años que no pasan inadvertidos para una mujer, que vio el auge y el ocaso de las salitreras, luego los años de oro de Iquique y con la serenidad de los años, el transcurrir de este convulso puerto, razones más que suficientes para celebrar en grande. J