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Sensualidad y belleza: la mujer detrás de un café con piernas que quiere ser escritora

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A Carolina le gusta conversar. Es decidida, entretenida y con una elocuencia que muchos querrían tener.

Con un escote profundo, tacos negros de nueve centímetros, usando un provocativo y diminuto vestido oscuro con bordes dorados no deja a nadie indiferente cuando camina.

Su pelo tan liso, negro y bien cuidado acompaña su esbelta figura de piernas largas y buen porte.

Lo único que podría diferenciarla del resto (porque el resto de las mujeres que están en el lugar mantienen un físico envidiable) es un reloj de pulsera muy bonito y un colgante de plata en forma de corazón que luce sin tapujo.

En el local se puede mirar pero no tocar. Es la regla dice la mujer de 30 años, quien no tiene rodeos para hablar sobre lo que sucede en un reconocido café con piernas en el que trabaja hace un año.

Para ella no es tabú la situación y, más allá de los prejuicios que tiene la gente, Carolina explica que su único objetivo es ganar mucho dinero para hacer realidad sus sueños de empresaria gastronómica y literaria.

Sí, porque aparte de ser dueña de una belleza exuberante, posee un intelecto que desea plasmar por el resto de sus días.

Llegó desde Trujillo, Perú hace seis años, pero en ese entonces no trabajaba porque estaba comprometida y prefería cuidar a sus tres hijos.

Los años pasaron y tras romper con el que sería su esposo, tomó la determinación de tomar las riendas de su hogar y darles un mejor bienestar a los pequeños.

De esta forma, a las 11 de la mañana comienza su jornada de trabajo, que dura hasta las 19 horas, como cualquier trabajo dice ella.

"Cuando uno es extranjera y llega a otro país se encuentra con normas legales, es decir, con un proceso que resulta ser largo. Por eso tengo clara la situación y también sé que los gastos mensuales no son cubiertos por las expectativas económicas si trabajara en una tienda, por ejemplo", comenta Carolina quien también aseguró que su sueldo alcanza los $900 mil.

No obstante, la mujer relata que para lograr la suma necesita de sus encantos seductores y fraternos.

"Mientras más amable seas te va a ir mucho mejor con los clientes y para eso hay que tener mucha personalidad y conversación", confidencia de lo más relajada en uno de los sillones que adorna el segundo piso.

La joven dice que hay diferentes tipos de chicas y que ella prefiere ser recordada como la "niña buena onda".

"Atiendo a todos por igual sin ser sensual, hay algunas que son bien seductoras, pero yo no necesito eso, solo me gusta tratarlos por igual y sé que quien menos te lo esperas te dará más propina", añade.

De acuerdo al relato de Carolina, los hombres van a los cafés porque los ven como un oasis de tranquilidad y placer, un verdadero paraíso en medio del ruido.

Sobre esto, la mujer de 30 años afirma que la mayoría de los hombres que asisten son casados, entre 30 a 50 años.

"Vienen con distintas intenciones... para enamorarse, buscar con quién salir, debido a que ellos piensan que es más fácil conocer a alguien acá. Mientras que, los casados hablan de sus esposas. Dicen que son escandalosas, incomprensibles y que los ven como cajeros".

Nuevamente, Carolina vuelve a recalcar que, en su caso, ella hace su trabajo y no da su número a quienes lo piden.

"De vez en cuando llega uno sin compromiso y aún así les digo que no tengo celular o que están arreglándolo. En este momento de mi vida, los hombres son un estorbo", detalla.

Conociendo sus gustos, a través de las preguntas que efectúa en los encuentros del café, la morena afirma que los chilenos son sensibles y que les gustan las extranjeras.

"Ellos aman a las extranjeras porque dicen que son más mujer, más cariñosas y no piensan en el consumismo; además se preocupan de atender a su marido y a los hijos".

Debido a la cantidad de historias que escucha a diario, además de los fascinantes relatos de sexo, guerras y presidentes que ha compartido con cuanta persona "madura e inteligente"llega al sitio, Carolina quiere escribir un libro, el cual llamará "Historias de café".

"Absorbo todo lo que me dicen y me quedo con sus mejores frases (...) me cuentan sobre sus fantasías y que pasarían el día entero haciendo el amor", sostiene la peruana quien también dio a conocer que hasta matrimonio le pidieron una vez.

Sin embargo, la mujer no cede y, a pesar que recibe regalos ostentosos como perfumes, joyas y celulares, ella advierte que no dejará su trabajo hasta cumplir sus metas.

"Somos unas psicólogas para ellos y este es un trabajo como cualquiera; a veces ellos me piden otro tipo de cosas, como contratar mis servicios, pero yo los molesto y les digo que cuesto un millón de dólares; no les queda más que sonreir porque nunca lo haré".

Otro de los propósitos que tiene la mujer es abrir un restaurante cinco estrellas porque asegura que le encanta la cocina.

"Todo lo que haga será por mis hijos y no me da vergüenza decirles donde trabajo porque les explico lo que hago y de qué se trata (...) hasta mis papás saben sobre mi trabajo".

La conversación entre el cliente y Carolina fluye hasta que ellos lo desean. Y si están dispuestos a pagar por una gaseosa, café o cerveza ellos pueden desembolsar entre $6 mil y $10 mil por 10 minutos como máximo.

El templo que hace que los hombres estén "aliviados, relajados y libres", como dice Carolina, seguirá en el mismo lugar. Al igual que ella, quien continuará escuchando sus relatos para inspirarse en su vida. J