Secciones

Los diferentes personajes que dan vida y movimiento al Mercado de Iquique

E-mail Compartir

Como un mantra las meseras que se instalan en las afueras de los locales de venta de jugos o cocinerías anuncian a los clientes del Mercado Centenario de Iquique sus productos.

A partir de las siete de la mañana comienza el movimiento de escobas, baldes y palas para iniciar la jornada de trabajo con la limpieza de todo el lugar. Poco a poco se van instalando las sillas y mesas que pronto comenzarán a atender a todos los clientes que pasan por las calles Sargento Aldea, Amunátegui, Almirante Latorre y Barros Arana.

Desde lejos se escucha la información que cada mesera de los negocios se impone por sobre la otra para invitar a turistas y locales a disfrutar de un jugo, desayuno o almuerzo, en el exterior o en el interior del recinto.

La mayoría es extranjera y a lo menos están tres o cuatro personas en las afueras del Mercado, así van desarrollando la singular labor de anunciar todo lo que ofrecen sus negocios.

Como una buena alternativa de trabajo, estas mujeres se dedicar a invitar a los posibles clientes a los locales de comida, 'nosotras ofrecemos el menú del día y los platos extras que hay en el negocio', explica Claudia Vargas, mesera del restaurante Las Perlas Marinas.

La técnica al interior del recinto, explica Vargas, es estar atenta a los clientes que llegan al lugar y con carta en mano, le dicen todo lo que pueden encontrar en su local, 'cuando llegan los clientes nosotras los jalamos y atendemos hasta que se van, les ofrecemos todo lo que tenemos en el día'.

En cambio afuera la situación es un poco más relajada, 'por la mañana vendemos principalmente jugos y desayunos, todos los días llega mucha gente y le ofrecemos toda la variedad de jugos que tenemos; igual una ya tiene su clientela', dijo Sonia Ramos que trabaja hace cinco años en el local El Máster.

Si bien ambas meseras asumen que hay competencia entre ellas, afirman que 'es un espacio diferente, la gente se ríe al ver cómo nos peleamos a los otros clientes', dijo Ramos.

Así comenta, que 'entre todas las meseras que estamos aquí afuera, nos conocemos y nos llevamos bien. Si bien sabemos que es una competencia no es una labor que se desarrolla de mala forma', dijo Ramos.

Aquí se trabaja por turno, explica la mesera, y 'desde las siete de la mañana comienza el trabajo ordenando el local, con la atención del público una recibe propina que ayuda a complementar el sueldo que tenemos', dijo Ramos.

Confiesa que a los turistas sorprende lo que ellas realizan, 'muchas veces los confundimos, porque no saben por cual local optar, pero lo toman con humor'.

Así también asume que hay gente que le molesta lo que ellas hacen, 'hay clientes que no les gusta que nos acerquemos y también nos tratan mal, pero hay otros que te tratan bien y te respetan', dijo Ramos.

'La magia está en aprenderse toda la carta, de pies a cabezas, eso ayuda a promocionar mejor lo que ofreces', finalizó Ramos.

Entremedio de todo ese ajetreo se pueden distinguir los acordes de una guitarra al ritmo de un bolero o una balada, desde hace treinta años que Juan González, guardia de seguridad, se dedica a entretener a los clientes de los diferentes locales durante las mañanas.

El cantante que por las tarde trabaja en un edificio del sector centro de la ciudad, pasa sus tiempos cumpliendo un anhelo que ha tenido desde pequeño, 'como a las cuatro años me enamoré de la música y de ahí que no he parado', dijo González.

Durante todo el año, por más de dos décadas que llega hasta el Mercado este cantante de 48 años. 'Me encanta venir todos los días, cantar y tocar la guitarra es un trabajo más para mí, no es un pituto', explica el cantante.

Así declara que no sólo de dedica a cantar en el Mercado sino, 'también he trabajado en el sector del Terminal Agropecuario, en las micros y las ferias itinerantes en Iquique', explica González. Añade que su repertorio es tradicional, 'toco vals peruano, bolero y cumbia, esto es más tradicional del norte, así como para el sur son las rancheras'.

Le gusta la buena acogida que los comensales tienen cuando toca, 'la música alegra el alma y la vida', dijo el cantante. Confiesa que aprendió a cantar y tocar la guitarra en la iglesia evangélica, 'me gusta mi iglesia, me ha llevado por buenos caminos y espero que siempre sea así'.

Su rutina diaria durante el verano es cantar durante las mañanas en el Mercado, 'trabajo hasta las dos de la tarde y de ahí voy a mi casa a almorzar, me cambio de ropa y me voy a trabajar', añade González.

Pese a que recibe propinas por las canciones que canta, se siente contento de lo que realiza, 'como soy amante de la música no puedo dejar de tocar', dijo. Cuenta que las personas le piden canciones, pero que también 'según como esté mi estado de ánimo, elijo el repertorio que toco. Mi memoria es la que me ayuda a cantar', explica el cantante.

Este trabajo, como él lo define, lo ha llevado a cantar fuera del a región, 'fui a Calama a cantarle al plantel de Cobreloa y también he cantado con el grupo Amar Azul y Santos Chávez', dijo González. J

Los diferentes personajes que dan vida y movimiento al Mercado de Iquique

E-mail Compartir

Como un mantra las meseras que se instalan en las afueras de los locales de venta de jugos o cocinerías anuncian a los clientes del Mercado Centenario de Iquique sus productos.

A partir de las siete de la mañana comienza el movimiento de escobas, baldes y palas para iniciar la jornada de trabajo con la limpieza de todo el lugar. Poco a poco se van instalando las sillas y mesas que pronto comenzarán a atender a todos los clientes que pasan por las calles Sargento Aldea, Amunátegui, Almirante Latorre y Barros Arana.

Desde lejos se escucha la información que cada mesera de los negocios se impone por sobre la otra para invitar a turistas y locales a disfrutar de un jugo, desayuno o almuerzo, en el exterior o en el interior del recinto.

La mayoría es extranjera y a lo menos están tres o cuatro personas en las afueras del Mercado, así van desarrollando la singular labor de anunciar todo lo que ofrecen sus negocios.

Como una buena alternativa de trabajo, estas mujeres se dedicar a invitar a los posibles clientes a los locales de comida, 'nosotras ofrecemos el menú del día y los platos extras que hay en el negocio', explica Claudia Vargas, mesera del restaurante Las Perlas Marinas.

La técnica al interior del recinto, explica Vargas, es estar atenta a los clientes que llegan al lugar y con carta en mano, le dicen todo lo que pueden encontrar en su local, 'cuando llegan los clientes nosotras los jalamos y atendemos hasta que se van, les ofrecemos todo lo que tenemos en el día'.

En cambio afuera la situación es un poco más relajada, 'por la mañana vendemos principalmente jugos y desayunos, todos los días llega mucha gente y le ofrecemos toda la variedad de jugos que tenemos; igual una ya tiene su clientela', dijo Sonia Ramos que trabaja hace cinco años en el local El Máster.

Si bien ambas meseras asumen que hay competencia entre ellas, afirman que 'es un espacio diferente, la gente se ríe al ver cómo nos peleamos a los otros clientes', dijo Ramos.

Así comenta, que 'entre todas las meseras que estamos aquí afuera, nos conocemos y nos llevamos bien. Si bien sabemos que es una competencia no es una labor que se desarrolla de mala forma', dijo Ramos.

Aquí se trabaja por turno, explica la mesera, y 'desde las siete de la mañana comienza el trabajo ordenando el local, con la atención del público una recibe propina que ayuda a complementar el sueldo que tenemos', dijo Ramos.

Confiesa que a los turistas sorprende lo que ellas realizan, 'muchas veces los confundimos, porque no saben por cual local optar, pero lo toman con humor'.

Así también asume que hay gente que le molesta lo que ellas hacen, 'hay clientes que no les gusta que nos acerquemos y también nos tratan mal, pero hay otros que te tratan bien y te respetan', dijo Ramos.

'La magia está en aprenderse toda la carta, de pies a cabezas, eso ayuda a promocionar mejor lo que ofreces', finalizó Ramos.

Entremedio de todo ese ajetreo se pueden distinguir los acordes de una guitarra al ritmo de un bolero o una balada, desde hace treinta años que Juan González, guardia de seguridad, se dedica a entretener a los clientes de los diferentes locales durante las mañanas.

El cantante que por las tarde trabaja en un edificio del sector centro de la ciudad, pasa sus tiempos cumpliendo un anhelo que ha tenido desde pequeño, 'como a las cuatro años me enamoré de la música y de ahí que no he parado', dijo González.

Durante todo el año, por más de dos décadas que llega hasta el Mercado este cantante de 48 años. 'Me encanta venir todos los días, cantar y tocar la guitarra es un trabajo más para mí, no es un pituto', explica el cantante.

Así declara que no sólo de dedica a cantar en el Mercado sino, 'también he trabajado en el sector del Terminal Agropecuario, en las micros y las ferias itinerantes en Iquique', explica González. Añade que su repertorio es tradicional, 'toco vals peruano, bolero y cumbia, esto es más tradicional del norte, así como para el sur son las rancheras'.

Le gusta la buena acogida que los comensales tienen cuando toca, 'la música alegra el alma y la vida', dijo el cantante. Confiesa que aprendió a cantar y tocar la guitarra en la iglesia evangélica, 'me gusta mi iglesia, me ha llevado por buenos caminos y espero que siempre sea así'.

Su rutina diaria durante el verano es cantar durante las mañanas en el Mercado, 'trabajo hasta las dos de la tarde y de ahí voy a mi casa a almorzar, me cambio de ropa y me voy a trabajar', añade González.

Pese a que recibe propinas por las canciones que canta, se siente contento de lo que realiza, 'como soy amante de la música no puedo dejar de tocar', dijo. Cuenta que las personas le piden canciones, pero que también 'según como esté mi estado de ánimo, elijo el repertorio que toco. Mi memoria es la que me ayuda a cantar', explica el cantante.

Este trabajo, como él lo define, lo ha llevado a cantar fuera del a región, 'fui a Calama a cantarle al plantel de Cobreloa y también he cantado con el grupo Amar Azul y Santos Chávez', dijo González. J