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'Carcuro' y 'Colombia', sacrificio y pasión por el arbitraje en las polvorientas

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i hay un personaje especial y cada vez más protagonista en una cancha de fútbol, es el hombre encargado de imponer justicia en cada uno de los enfrentamientos de once contra once: el árbitro. Solitario y siempre criticado, el hombre de la imparcialidad en el fútbol amateur iquiqueño cuenta con dos representantes dignos de destacar: 'Carcuro' y 'Colombia'.

Ambos, bastante requeridos para los partidos de liga amateur tanto a nivel local como nacional, son reconocidos entre miles de deportistas que practican el fútbol en la ciudad. Ambos tienen historias de sacrificio y por sobre todo, de pasión.

Benito Cataldo (66) se levanta todos los fines de semanas a las 9 de la mañana para no llegar atrasado a Iquique. 'Carcuro', a quien cariñosamente lo apodaron así por su parecido con el comentarista deportivo de Televisión Nacional, vive en Alto Hospicio y a las 10 am ya está dirigiendo partidos de la liga de la Asociación de Fútbol de Iquique (AFI), en las canchas ubicadas detrás del estadio Tierra de Campeones.

'En mis tiempos libres soy árbitro, los demás días trabajo. Es sacrificado porque trabajo siete días en la mina y siete días en Iquique. Cuando estoy aquí arbitro uno o dos partidos y me entretengo mucho con los niños', cuenta don Benito.

Ayer fue un día de mucho trabajo para 'Carcuro', pues luego de arbitrar en la cancha Raúl Duarte de la AFI, regresó a descansar a Alto Hospicio y a las 18 horas nuevamente se trasladó a Iquique para trabajar como guardia en el partido que enfrentó a Deportes Iquique con Cobreloa. Una función que cumple cada vez que los 'Dragones' juegan de local.

Su historia como árbitro comenzó en el año 1986, cuando llegó desde Santiago, su tierra natal. 'Mi primer curso de árbitro lo hice con Carlos Robles papá, él me entusiasmó y comencé a dedicarme a esto. Es algo que no solo me toca a mí, sino que también a mi familia, porque mis cinco hijos también son árbitros'.

Acostumbrado a dirigir en ligas amateur, 'Carcuro' reconoce que su labor es dura. 'Es complicado ser árbitro porque nunca dejas a nadie conforme, me han sacado a la familia completa con insultos, pero hay que llevarlo con paciencia y psicología. También es sacrificado desde el punto de vista económico, ya que por tres partidos, me gano 15 mil pesos que me sirven para el almuerzo y la locomoción', agrega.

Pese a los sacrificios que implica ser un árbitro amateur, 'Carcuro' no se queja, es más, disfruta cada momento en el rectángulo de tierra. 'Me encanta dirigir niños, he arbitrado desde Arica hasta Ancud en nacionales de adultos y menores'.

A sus 66 años, don Benito no piensa en el retiro y entre risas confiesa que trabajará de árbitro 'hasta que mi señora me diga que no. Ella igual me dice que no venga, pero yo soy feliz así y le digo que arbitro a niños, así no me toca correr tanto'.

Ruiseño y de voz apacible, 'Carcuro' terminó de arbitrar a los menores de la quinta infantil de Carlos Ahumada y el club Unión, se cambió la sudada polera, tomó su mochila, refrescó un poco y se encaminó a casa, ahí donde esperará con ansias el llamado para volver a empaparse de fútbol desde el arbitraje, una labor que lo 'llena de alegría'.

Si mencionamos a Marcos Díaz, probablemente nadie sabrá de quién se trata, pero si decimos el 'Colombia', no hay dudas sobre quién para los futboleros iquiqueños.

Marcos, nacido en Colombia, está pronto a cumplir 29 años el próximo 17 de abril, de los cuales ha dedicado cinco al arbitraje en Iquique.

'He dirigido los juegos nacionales aquí y me ha ido bien, también he arbitrado en Bolivia y en la tercera división de Colombia', comenta para comenzar.

'¡Que arbitre Colombia!', es el pedido más común en las canchas de tierra. 'Soy muy reconocido aquí en Iquique, a los equipos les gusta que les arbitre y me lo piden, para mí es un orgullo que en Iquique me tengan tanto aprecio', expresa Díaz.

Recurrente en los partidos de la liga de la Corporación Deportiva y Ejecutiva de Iquique (CODEI), 'Colombia' dirige a placer. Recibe bromas de los jugadores y él sólo sonríe, aspecto que demuestra su personalidad sencilla y alegre, pues también admite que no le molesta que lo traten de '.

'Nunca me ha molestado, para mí es una forma normal del chileno de tratarlo a uno con cariño', declara Marcos quien recuerda el episodio que afectó al venezolano Emilio Rentería de San Marcos de Arica, en el clásico del norte frente a Deportes Iquique el pasado 22 de noviembre, en Arica. 'Para mí lo de Rentería es ignorancia porque es el único que se ha sentido mal por eso. Aquí estuvieron y jugaron (Faustino) Asprilla y Macnelly Torres, entre tantos otros que son de raza negra y nunca se sintieron mal porque les gritaron negro'.

Su fortaleza y compromiso con la actividad que realiza está presente en cada una de las palabras que dedica cuando habla del arbitraje. 'Mi vida está dedicada al arbitraje, me sostengo demasiado en esto, llevo 17 años dirigiendo, cinco en Iquique y es lo que me apasiona'.

Dentro de la cancha, 'Colombia' es reconocido por su exigencia para cumplir las reglas del juego y fuera de ella por su cercanía y amistad con los jugadores e hinchas que se acercan a mirar los partidos. 'Me hacen muchas bromas, me dicen 'negro, haznos el favor de ponerte el short para dirigir' y a mí me causa mucha gracia. Esto es mi pasión, de verdad que sí, el chileno es muy alegre y lo más normal en los partidos son las por algún cobro que no les gusta, pero al terminar el partido somos todos amigos', confiesa Marcos.

Tal como don Benito o 'Carcuro', 'Colombia' sabe que la labor que cumple no es fácil y que siempre está expuestos a malas reacciones de los jugadores.

'Para el equipo que pierde el árbitro siempre va a ser malo y para el equipo que gana es bueno, pero debo reconocer que mi carrera en Iquique ha sido excelente'.

'Colombia' se siente un iquiqueño más y está dispuesto a dedicar su vida completa al arbitraje. 'Me siento iquiqueño, además soy muy hincha de Deportes Iquique y mi jugador favorito es iquiqueño: Edson Puch. ¿Hasta cuándo voy a arbitrar? Hasta cuando los pies no me den más. J