Sólo la fe en Dios y el profundo amor a su hija hacen pensar a María Vargas Mascareña que podrá superar la difícil situación que atraviesa.
Hace dos años la mujer de 62 años vive en un furgón que está estacionado en la intersección de las calles Sargento Aldea y Juan Martínez.
El caso no deja de ser dramático, pues su hija que tiene 36 años de edad -pero que aparenta mucho menos- padece una serie de enfermedades que la mantienen postrada y trasladándose en un coche de bebé.
La madre debe vender golosinas y parche curitas afuera de una farmacia del centro para poder subsistir, luego de que su marido falleciera y se desencadenara la dramática situación.
Dentro del vehículo marca Nissan modelo Delica pasan sus días. En el interior hay colchonetas que sirven para dormir. El último período ha sido agradable, pero Vargas no quiere ni pensar cuando llegue el invierno porque dice que pasan mucho frío.
Para comer eligen cualquier restaurante que les resulte conveniente, porque no tiene cómo cocinar. Tampoco pueden lavar ropa, por lo que la madre cuenta que a veces manda a lavar, pero le sale muy caro. A ello se suma, la gran suma de dinero que debe desembolsar para comprar los pañales de su hija enferma.
"NO ES DIGNO"
María Vargas expresó que cuando estuvo emparejada con el padre de sus tres hijas, no le faltó nada y que gracias a que él inició un negocio de bloques y estructuras metálicas en un terreno ubicado en Alto Hospicio tuvieron un buen pasar.
Sin embargo, todo cambió cuando su compañero murió en el 2008 víctima de un cáncer.
La mujer adujo que fue desalojada de forma injusta por la Fuerza Pública, luego de haber levantado una casa e iniciado esfuerzos para habilitar los suministros de luz y agua.
Desde el 2013, la mujer y su hija están en la calle viviendo en un vehículo, que es lo único que pudieron salvar luego del esfuerzo de toda la vida.
Vargas dijo que todo este tiempo no ha sido nada fácil, porque considera que no es digno vivir en un vehículo.
La madre agregó que varias veces desconocidos han tratado de abrirle el furgón y que a veces se torna peligroso pernoctar en pleno centro.
ENFERMEDAD
El caso Leticia, su hija mayor, también es conmovedor, ya que padece Síndrome de Down y otra serie de enfermedades que no le permiten hablar ni caminar.
Según un certificado médico, la hija de María Vargas tiene además una catarata congénita en el ojo izquierdo, meningitis purulenta, epilepsia secundaria y retardo mental severo.
"Cuando era más chica intentó caminar, pero a medida que fueron pasando los años se fue quedando en el coche y no caminó más", dijo la madre.
Actualmente, según lo contado por Vargas, su hija no cuenta con ningún tratamiento por parte de un especialista.
SÓLO LA FE EN DIOS
Sin ningún grupo cercano de apoyo, pues sus padres murieron y no tiene relación con sus demás hijas que viven en Antofagasta, la angustiada madre sólo tiene su fe puesta en Dios para que pueda revertir su presente.
"Lo único que quiero es salir adelante. Uno nunca sabe los milagros que pueden pasar", reza Vargas. J