Estuvieron más de cuatro meses viviendo en carpas
Fue una de las últimas vecinas del sector de Las Dunas I en abandonar su carpa después de los terremotos.
La mantuvo lo más cerca de su inmueble por temor a sufrir robos, específicamente en el lado de estacionamientos de vehículos y de allí nadie la movió hasta que entregaron las mediaguas. Fue la primera en recibir las llaves.
Hoy Yesica Santibáñez vive en el campamento El Mirador, junto a su familia integrada por su pareja y dos hijos.
Son cuatro personas que están viviendo en un inmueble de 30 metros cuadrados, con una pieza en el segundo piso que fue dividida en dos.
'Fui una de las últimas en salir de las carpas porque estábamos esperando una solución y porque además yo tenía el problema de ser arrendataria' , dijo.
Hoy asegura que se siente mucho más cómoda porque tiene un techo, con luz, agua y baño. 'Estamos tranquilos y conformes con lo que nos han entregado hasta el momento', dijo.
La historia de Yesica Santibáñez es diferente a la de Amanda Acosta, una mujer que vive sola con sus tres hijos y una nieta . Ella es propietaria de uno de los departamentos demolidos en el sector de Las Dunas.
'Fue terrible todo lo que vino después de los terremotos, estar sin luz, sin agua y a veces hasta sin comer y fundamentalmente vivir en el cerro, subirlo y bajarlo, los ratones entraban a las carpas. Una experiencia que jamás olvidaremos', dijo la dueña de casa.
La llegada al barrio El Mirador constituyó para muchas familias no sólo una nueva casa, sino una nueva oportunidad de reencontrarse. Es el caso de Irene Paredes y Eduardo, quienes en sus más de 10 años de convivencia al momento del terremoto enfrentaban una difícil situación, no sólo en términos económicos, sino más bien porque la necesidad de generar recursos para su hogar los había hecho perder el contacto como pareja.
Irene trabajaba como asesora del hogar y Eduardo, carpintero de oficio y que laboró en la construcción del barrio El Mirador. Antes del terremoto vivían en una pieza en el centro con baño compartido y a las pocas horas de ocurrido el fuerte movimiento telúrico sufrieron el robo de todas sus pertenencias, hasta la cama. Llegaron al barrio de emergencia y ahora son emprendedores, tienen un pequeño bazar de abarrotes. J