Salieron al exterior tras una década en el claustro
Tranquilas, silenciosas y pendientes de todo lo que veían, así caminaban las cinco monjas enclaustradas que salían a la calle por primera vez luego de diez años internadas en el Convento de las Hermanas Siervas de Espiritu Santo de Perpetua Adoración, en Villa Alemana, el que cambió el domicilio de las religiosas para que pudieran vivir su estadía de manera más tranquila y silenciosa, ya que la casa en la que vivían se ubicaba en un sector céntrico muy bullicioso para la oración.
UNA VIDA TRANQUILA
Las religiosas llegaron de visita al convento villalemanino desde Argentina, en el año 2002. Tres años después regresaron para integrarse definitivamente en el convento.
La vida de las monjas en claustro se caracteriza por ser muy estricta y rigurosa, las monjas tienen prohibido salir al exterior, los únicos permisos que tienen para abandonar el claustro son las visitas al médico y cuando quieren votar para alguna elección. Además de permanecer contínuamente entre cuatro paredes, las novicias también acuerdan vivir en total silencio, el cual sólo interrumpen, para el recreo que les dan diariamente al medio día, esa es la única instancia en la que pueden conversar libremente entre ellas.
"Ellas están en claustro, las llevamos aquí y se quedan ahí hasta que se mueran" explica el diácono Leonardo Fernández, y agrega que hay mucha gente que piensa erróneamente que las monjas en claustro viven sin hacer nada, lo cual sería un concepto equivocado, ya que ellas, además de rezar y leer la biblia trabajan en distintas tareas. Fabricar velas artesanales, el cultivo de la tierra y la confección de los ornamentos que usan los parrocos, son sólo algunas de las labores que desempeñan, "Ellas viven una vida muy sacrificada y la iglesia se apoya en ellas, son obreras del señor" concluye el diácono.
EL CAMBIO DE CASA
El lugar donde vivían las devotas se llenó de bares y pubs, el contínuo ruido y lo fuerte de la música dificultaba la meditación y oración de las monjas. Fue por eso que se decidió trasladarlas a otro lugar para que vivieran su voto de perpetuidad en tranqulidad. Una cuantiosa donación de la congregación de Hermanos Maristas hizo posible la construcción de un monasterio en un terreno de séis hectáreas.
El jueves se realizó la ceremonia de traslado a la cual asistieron una gran cantidad de feligreces, quienes acompañaron con cantos religiosos y oraciones la caminata de las monjas desde su antigua casa a la nueva. Las religiosas se mostraron amables pero sumisas, caminaron en silencio y respondían con sonrisas los saludos de la gente. Luego de casi tres horas de travesía, se realizó la misa en el frontis de la nueva casa, a la cual aún le faltaba un sector por terminar pero ya era apta para vivir.
Se entregaron algunos regalos de parte de algunos fieles y se cedieron las llaves de la nueva casa a la madre María Teresita, quien interrumpió su silencio habitual para expresar unas palabras. "Es impresionante para nosotras verlos presentes, cada uno de ustedes hizo posible esta maravilla" dijo, agradeciendo a quienes ayudaron en la construcción del nuevo convento "Corazón Eucarístico de Jesús".
Una vez finalizado el rito las monjas se dieron un tiempo para compartir con los asistentes. Se veían muy afables y contentas, quizás sabiendo que esa podría ser su última oportunidad para compartir con la gente antes de volver a la vida en claustro que prometieron a Dios.J