Educar para evitar la corrupción
Luego que el Consejo Asesor contra los Conflictos de Interés, Tráfico de Influencias y la Corrupción, creado por la Presidenta Bachelet entregara en La Moneda, sus propuestas al gobierno, con el fin de que el Ejecutivo elabore los proyectos de ley destinados a resolver los temas en cuestión, queda la interrogante de si todo ello será suficiente.
La propuesta fue elaborada por un grupo mayoritario de académicos y técnicos y varios parlamentarios extrañaron la ausencia de personalidades del mundo político, lo que podría significar una falta de representatividad en esa mesa.
Sin embargo, el origen de esta comisión radica precisamente en casos que tienen directa relación con los políticos, como lo es el financiamiento irregular de campañas. En momentos en que la desconfianza hacia las instituciones y el desprestigio de la actividad política avanzan en la sociedad, puede sostenerse que si hubiesen incluido políticos podría haberse dado un conflicto de interés.
Aún así, debe reconocerse que parte de los reparos provenidos desde el mundo parlamentario dicen que es el Congreso el lugar donde se debe corregir la legislación actual.
En cualquier caso, y atendiendo que hay críticas a los anuncios realizados por la Presidenta tras recibir el informe, donde voces apuntan a que no han sido tomadas todas las iniciativas, queda en deuda algo relacionado con la mayor educación que debiera existir respecto de estos puntos.
Es sorprendente que casi toda la discusión esté concentrada en las sanciones y castigos que deberían recibir quienes incumplan las leyes.
Extrañamos algo más de educación al respecto, como por ejemplo, el regreso de las clases de educación cívica- y una mejor entrega a los menores y jóvenes, de los valores humanos y republicanos.
Queda en entredicho que buena parte de los ilícitos sean cometidos precisamente por parte de la élite más educada, situación que debe hacernos reflexionar respecto del aparente deterioro de la ética en el país... Casi de manera transversal.
Si bien educando demoramos más en resolver los problemas, tendremos mejores resultados, pues en materia de ética es mejor comenzar temprano.