Las negativas cifras del Indicador de Actividad Económica Regional (Inacer) y el constante aumento de la victimización son dos estadísticas separadas, pero que encuentran un punto de confluencia en la situación que enfrenta el denominado Barrio Boliviano.

La llegada de capitales extranjeros a Tarapacá es positiva, en especial cuando el panorama económico no es de los mejores. Por ello, nada más lógico que ofrecer a quienes arriban a comerciar un lugar seguro, que les permita cumplir con su objetivo de la mejor forma posible. Con ello todos ganamos.

Pero en este punto, aparecen los problemas de seguridad, donde la zona dispuesta para la llegada de los buses provenientes del vecino país están al acecho de la presencia casi normal de delincuentes que saben perfectamente la existencia de dinero, principalmente de la divisa norteamericana, que cargan los comerciantes altiplánicos.

Más aún, los antisociales conocen los horarios de los buses y repiten conductas habituales para generar el mismo tipo de robos, principalmente con fuerza, que generan el temor de los visitantes.

Por todo lo anterior, llama la atención que no exista presencia policial permanente en la zona, ni una campaña diseñada para proteger este polo de desarrollo para la región.

Es comprensible que los esfuerzos de las policías son desplegados en distintos ámbitos, que falta dotación, vehículos y una serie de otros recursos, pero también que con planificación y coordinación con las autoridades a cargo de la seguridad pueden lograrse avances.

La delincuencia no descansa y siempre busca nuevas formas en su actuar, pero este tema en particular en la ciudad es tan antiguo como el "olor a dólar".

En el sector también existen cámaras de seguridad, las que al parecer no son suficientes para generar el efecto disuasivo que permita a los comerciantes bolivianos llegar a comprar mercaderías y retornar a su país con las condiciones de seguridad necesarias. Finalmente, a todas las personas les gusta cuando viajan ser recibidas con respeto o no es cierta acaso la frase "y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero", del inmortal vals "Si vas para Chile".

Queridos amigos(as) el 20 de mayo tuvimos un hermoso encuentro de oración en la Catedral. Recordamos la figura de Prat y su gente. Comparto algo de lo que aquella noche dije: "He querido comenzar mis palabras leyendo las hermosas y emocionantes cartas compartidas entre el Almirante Miguel Grau Seminario y doña Carmela Carvajal viuda de Prat.

El Almirante Grau, como un señor de los mares, vio en Prat mucho más que un enemigo al que había derrotado, fue capaz de ver al hombre valiente y decidido por lo que el gentil almirante peruano, no solo se quedó bebiendo la alegría de la victoria sino que supo tener la caballerosidad de escribir aquella sentida carta y devolver a la joven viuda, las pertenencias encontradas junto al héroe. La carta pronto tuvo respuesta desde Santiago, donde una viuda doliente pero agradecida reconocía el gesto valiente y caballeroso del Almirante enemigo…

Hermanos, hermanas que los hechos del pasado iluminen nuestro presente y nos proyecten hacia el futuro. Chile nuestra querida Patria e Iquique nuestra amada ciudad y región, requieren hoy también de gestos valientes y caballerosos. En el último tiempo hemos ido constatando con pena que entre nosotros hay tensiones y divisiones profundas, hay desconfianza entre nosotros. Las instituciones bases de nuestra nacionalidad son percibidas por una gran parte de la ciudadanía como poco creíbles, la Iglesia Católica no es ajena a esta percepción.

Como obispo, pastor de esta Iglesia, en esta noche especial, me atrevo pedir a nuestras autoridades, y a todos los aquí reunidos ante el Señor y ante el recuerdo de Prat, a que seamos capaces dentro de un momento más, ante el altar del Señor y en medio de esta celebración de fe, a darnos la mano de manera cálida, de mirarnos a los ojos, de abrazarnos como un gesto de reconciliación por las veces que no nos hemos tratado bien, que no hemos sido capaces de reconocer lo bueno, lo positivo del otro, por las veces que quizá hemos pensado que la gloria de nuestra tierra depende sólo de mí; Prat nos habla de equipo, Grau nos habla de caballerosidad a pesar de estar en bandos diferentes.