A sacar rápido los pasajes
Un sola compañía aérea realizará los viajes entre Iquique y las regiones de Antofagasta y Arica. Ante la gran cantidad de personas que viajan, especialmente los fines de semana, será bueno programar desde ya.
Un sola compañía aérea realizará los viajes entre Iquique y las regiones de Antofagasta y Arica. Ante la gran cantidad de personas que viajan, especialmente los fines de semana, será bueno programar desde ya.
Uno de los compromisos sociales no escritos es la palabra, esa que se ejerce como una especie de contrato no legal pero válido mediante la vía del honor y la ética.
Un ejemplo de ello fue la promesa de la máxima autoridad regional con los trabajadores de Caleta Cavancha, donde la palabra fue empeñada para conseguir los recursos con el Consejo Regional para la concreción de un proyecto que lleva muchos años de espera.
La propuesta llegó ayer al cuerpo colegiado, pero la idea quedó para después porque siete consejeros no llegaron a la sesión sin lograr el quórum y con ello no se pudo cumplir con el compromiso.
Este es sólo un ejemplo, pues son muchos los proyectos que están acordados o públicamente se les puso fecha y que siguen esperando. Iniciativas como el Teatro Municipal, el estadio Tierra de Campeones o el hospital de Alto Hospicio son sólo algunos de los emblemáticos, que por múltiples razones, siguen esperando.
En un país como Chile, donde la seriedad parecía ser parte del ADN y que en algún punto lo llevó a ser denominado, correctamente o no, como "Los ingleses de Sudamérica", el valor de las promesas pierde cada vez más su validez y también es un factor que genera molestia en la gente, la que cree menos en lo que se les dice y más en lo que ve.
En este punto, la clase política está al debe, pues siempre se les denominó honorables, dada su probidad y apego a compromisos adquiridos, una palabra con la que hoy se ironiza.
El Consejo Regional el año pasado manifestó un importante alza en sus remuneraciones, una de las más altas si de porcentaje se habla, pues incrementaron sus ingresos en más de un 50%, cuando los trabajadores en general hacen sendos paros por lograr subir uno o dos puntos.
De más está decir que los parlamentarios y autoridades designadas ganan cifras muy superiores a las que cualquier persona podría optar en la generalidad de los casos, con un currículum que no tiene postgrados y en más de un caso sólo llega a enseñanza media.
Tampoco es aceptable que por discusiones o rencillas políticas dejen de sesionar. Urge recuperar no sólo la confianza en la política, sino que también el valor de la palabra empeñada, el honor y la seriedad.
El Papa Francisco, recién visitado por nuestra Presidenta, cada semana da una enseñanza, catequesis, en la cual como buen Padre va guiando la vida de sus hijos. Hace unas semanas habló sobre tres palabras que no se pueden olvidar en la relación de familia y por qué no de nuestra sociedad: las comparto con Uds. "La primera palabra, decía el Papa, es: permiso. Entrar en la vida del otro, también cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueva la confianza y el respeto. A propósito de esto, recordamos esa palabra de Jesús en el libro del Apocalipsis: "Mira que estoy en la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, yo iré con él, cenaré con él y él conmigo". ¡También el Señor pide permiso para entrar! No lo olvidemos. Antes de hacer algo en la familia, ¿permiso? ¿Puedo hacerlo? ¿Te gusta que lo haga así? Ese lenguaje verdaderamente educado, pero lleno de amor. Y esto hace mucho bien a las familias. La segunda palabra es gracias. Muchas veces podemos pensar que nos estamos convirtiendo en una civilización de malas maneras y malas palabras, como si fuera un signo de emancipación. Debemos ser intransigentes sobre la educación en la gratitud, en el reconocimiento: la dignidad de las personas y la justicia social pasan ambas por aquí. Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá. La gratitud, además, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe dar las gracias es uno que se ha olvidado del lenguaje de Dios. Y la tercera palabra es "perdón". Palabra difícil, sí, pero también necesaria. No por nada, en la oración enseñada por Jesús, el "Padre nuestro" que resume todas las preguntas esenciales de nuestra vida, encontramos esta expresión: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Reconocer haber faltado, y estar deseoso de restituir lo que se ha quitado, respeto, sinceridad, amor, nos hace dignos del perdón. Si no tenemos capacidad de pedir perdón, quiere decir que tampoco somos capaces de perdonar. Muchas heridas de los afectos, muchas laceraciones en las familias y comunidades comienzan con la pérdida de esta palabra preciosa: perdón."