Si bien regularmente no está permitido el uso del camino que va por detrás del cerro Dragón y conecta con la ruta
A-16, en cada accidente o problema de congestión saca de apuros. Sería bueno una "manito de gato" para tenerlo listo en caso de urgencias.
Un equipo periodístico de un canal nacional grababa un programa en la plaza Prat. Al mismo tiempo sobre el escenario un intérprete cantaba la popular canción "Y tengo el maní tostado...".
La conectividad es uno de los desafíos que enfrentan a diario las regiones extremas, sobre todo aquellas ubicadas en la zona norte, toda vez que entre cada una de sus ciudades se aparecen cientos de kilómetros de distancia.
En este escenario geográfico, los desplazamientos aéreos cobran vital relevancia, sobre todo si se considera que se trata de una extensa área de desarrollo minero y de interés turístico, la que desafortunadamente no cuenta con una moderna red de carreteras. Muy por el contrario, existe precariedad de caminos, lo que además de aumentar el riesgo de accidentes de tránsito, incrementa considerablemente los tiempos de desplazamiento.
Ante esa situación, la decisión adoptada por una línea aérea de eliminar las rutas interregionales golpeó fuerte en el Norte Grande. Desde el próximo mes serán escasas las alternativas para desplazarse por rutas aéreas entre Iquique y las regiones vecinas. Esto debido a que solo existirá aerolínea que operará algunos de estos trayectos, lo que por cierto involucra restricción de horarios y pasajes.
Los argumentos de la empresa son válidos y apuntan a la escasa demanda de pasajes para vuelos interregionales, lo que sumado a los altos costos de operación hacen inviable la continuidad de estas rutas.
En ese contexto es necesario que el gobierno central analice el problema y contribuya con la generación de iniciativas que permitan abordar el tema.
Copiapó, Antofagasta, Calama, Iquique y Arica son ciudades estratégicas para el desarrollo del país, sin embargo continúan arrastrando situaciones de abandono que durante décadas los gobiernos no han logrado superar.
Es preocupante que problemas como la conexión se resuelvan solo por razones de mercado, las que si bien son atendibles, demandan que, de una vez por todas y haciéndose cargo de cientos de promesas en periodo electoral, el Estado focalice su mirada en aquellas regiones que entregan una enorme riqueza al país, pero que por décadas se han sentido -y han sido- postergadas por un centralismo que agobia y que poco y nada tiene que ver con un territorio que presenta una extensión 4.329 kilómetros.
Si bien los usuarios se quejan por las bajas ventas en Zofri, los trabajadores que reciben sueldo en base a comisión están complicados por lo que demanda un paro que hasta ahora es indefinido y que podría afectar el presupuesto familiar.
Llegamos a un momento crítico, donde ni la buena disposición solicitada al empresariado por parte del Ministro de Hacienda, ni los cambios de gabinete, ni las medidas económicas anunciadas sirven para revertir la situación. La falta de confianza existe hace mucho y no es algo orquestado por algún grupo o conspiración antigobierno a fin de "sacarse los pillos", o factores externos como el precio del cobre.
Entonces, qué pasa con la inversión. Los emprendedores no están viendo fantasmas, sino que leen programas presidenciales con reformas inoportunas y mal diseñadas, protestas, retiros de empresas del mercado regional y peleas improductivas de parlamentarios y muchos whatsapp.
Es triste ver en nuestra ciudad una diversidad de conflictos, con falta de liderazgo regional y nacional, con el pretexto de que son "privados" cuando tienen muchos matices públicos, sobre todos cuando toca a todo puerto, abastecimientos, calles, tránsito y en general, a la cadena logística.
¿Para qué desgastarnos en reformas laborales (sindicales), si los sindicatos están parando cuando quieren, afectando no sólo a su empleador, sino a quien la onda expansiva llegue?. En el caso del Puerto (ITI), el paro afecta a EPI, Navieras, Pesqueras, Usuarios de Zofri, cargadores, camioneros, minería, exportadores y comerciales extranjeras, especialmente bolivianas y paraguayas y en general, a toda la región. Aparte de las graves pérdidas económicas, es el daño irreparable en el prestigio de nuestro puerto, y definitivamente los comerciantes se van, y así, no van a volver otros.
Nos preocupa que la Reforma Laboral no aborde la responsabilidad de los dirigentes sindicales, y no es una opinión al azar ya que según la CADEM, sólo tiene un 28% de aprobación.
Hay que hacer ver a dirigentes y empresas, que son demasiadas las consecuencias, que no solo traen secuelas directas en su empresas, si no que el puerto es la yugular de la región, y cuando no hay diálogo, hay estrangulamiento y agonía. ¿Estamos solos?, recordemos que pasó con el expresidente Lagos y el paro portuario del año 2004… sin duda había otro liderazgo.