Diariamente escuchamos en los medios respecto a la importancia de realizar cambios radicales en la educación de nuestro país. Que debemos mejorar la calidad de la educación, que debe ser gratuita, que debe existir una reforma educacional, etc., al parecer, la mayoría de los cambios y/o posibles soluciones, están relacionados con aspectos económicos, "fin al lucro", "gratuidad", slogans que son muy llamativos y que podríamos añadir que son necesarios. Por otra parte, la calidad de la educación está relacionada con la cantidad de conocimientos que deben recibir los estudiantes y de esta manera garantizar un estudiante o un profesional más capacitado. ¿Estos aspectos constituyen realmente las bases para realizar una reforma educacional sólida en nuestro país?

A mi parecer la base de una reforma educacional debería sustentarse en los valores, ya que son estos los que orientan la conducta del ser humano en una sociedad; deberíamos pensar en cómo queremos proyectarnos como sociedad, porque somos testigos de una seguidilla de acontecimientos en nuestro país que nos avala que los valores pasaron a formar parte del último escalafón, primando el consumismo, la falta de respeto por el otro y el querer tener más poder adquisitivo. Si nos ponemos a analizar, actualmente los estudiantes responden a este sistema "clientilista" en el cual están insertos, donde se exige una certificación por el hecho de pagar y no por el hecho de querer saber más, ni vocación, ni por amor a la institución a la que pertenecen, eso es algo utópico en estos tiempos.

Entonces me pregunto ¿Qué pasó con la importancia de formar al hombre o mujer integral? La educación integral forma a los individuos para poder enfrentar mejor varios planos futuros, tanto para el plano reflexivo como el del trabajo, ya que abarca el campo del conocimiento, de la conducta y de la voluntad. Por lo tanto, la reforma educacional debería tener una base sólida que conciba a nuestra sociedad recuperando los valores perdidos u olvidados con la finalidad de mejorar la sensación de la calidad de vida lo que conlleva a la felicidad.

Diariamente escuchamos en los medios respecto a la importancia de realizar cambios radicales en la educación de nuestro país. Que debemos mejorar la calidad de la educación, que debe ser gratuita, que debe existir una reforma educacional, etc., al parecer, la mayoría de los cambios y/o posibles soluciones, están relacionados con aspectos económicos, "fin al lucro", "gratuidad", slogans que son muy llamativos y que podríamos añadir que son necesarios. Por otra parte, la calidad de la educación está relacionada con la cantidad de conocimientos que deben recibir los estudiantes y de esta manera garantizar un estudiante o un profesional más capacitado. ¿Estos aspectos constituyen realmente las bases para realizar una reforma educacional sólida en nuestro país?

A mi parecer la base de una reforma educacional debería sustentarse en los valores, ya que son estos los que orientan la conducta del ser humano en una sociedad; deberíamos pensar en cómo queremos proyectarnos como sociedad, porque somos testigos de una seguidilla de acontecimientos en nuestro país que nos avala que los valores pasaron a formar parte del último escalafón, primando el consumismo, la falta de respeto por el otro y el querer tener más poder adquisitivo. Si nos ponemos a analizar, actualmente los estudiantes responden a este sistema "clientilista" en el cual están insertos, donde se exige una certificación por el hecho de pagar y no por el hecho de querer saber más, ni vocación, ni por amor a la institución a la que pertenecen, eso es algo utópico en estos tiempos.

Entonces me pregunto ¿Qué pasó con la importancia de formar al hombre o mujer integral? La educación integral forma a los individuos para poder enfrentar mejor varios planos futuros, tanto para el plano reflexivo como el del trabajo, ya que abarca el campo del conocimiento, de la conducta y de la voluntad. Por lo tanto, la reforma educacional debería tener una base sólida que conciba a nuestra sociedad recuperando los valores perdidos u olvidados con la finalidad de mejorar la sensación de la calidad de vida lo que conlleva a la felicidad.

Hace largo tiempo que la actividad política en la región parece marcada por una serie de disputas que poco aportan al desarrollo de Tarapacá.

Pese a que el calendario indica que el ciclo de elecciones recién parte el próximo año, hace varios meses que las autoridades han arremetido con declaraciones que en nada aportan al diálogo y que se alejan considerablemente de las verdaderas demandas ciudadanas.

Tanto en las redes sociales como en los discursos públicos se percibe un preocupante grado de agresividad, donde parece más importante desacreditar al oponente que generar reales instancias de acuerdo que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los tarapaqueños.

En ese sentido, es urgente que las autoridades y los líderes políticos de la zona den muestras claras de que su norte está en los ciudadanos y no en intereses particulares.

La contingencia indica que Chile está enfrentando un complejo escenario económico, que la reforma de la educación aún no logra llegar a un buen puerto o que la salud y la vivienda son temas que en Tarapacá no han sido resueltos. Son precisamente esas materias las que deben ocupar a quienes lideran los procesos sociales, sobre todo si se considera que son esos temas los que se escucharon en las promesas de campaña.

Preocupa que anteponiéndose a todas estas necesidades, la discusión de muchas autoridades continúe enfocada en el nombramiento de los cargos públicos, en anular la labor del adversario o en quién muestra una mejor gestión pública. Todo esto está generando una sensación de inestabilidad que puede decantar en serias consecuencias. A ello se suma el discurso poco amigable que se ha instalado en las redes sociales, donde es cada vez más habitual encontrarse con frases destempladas que emanan de la población, pero también de algunas autoridades.

Los estudios de opinión pública son claros y en ellos es posible concluir que la ciudadanía desaprueba a la clase política.

Si bien todos debemos contribuir a un clima de tranquilidad que permita el desarrollo, son quienes dirigen el país los llamados a dar el ejemplo.