El agua
En Tarapacá históricamente el agua ha sido una problemática (C. Donoso: 2003), es parte de la realidad nortina, dada su sequedad desértica que el agua es escasa, pero como si fuera extraño en esta región hay agua que viene del cielo y claro llueve.
En Tarapacá la lluvia es un fenómeno propio del verano, en climatología se llaman lluvias estivales y al contrario del resto de Chile en el norte, llueve en verano, a ello, la tradición oral llamó "invierno boliviano", dado que se refería a lluvias que venían allende los andes, más hacia la década de los noventa, aparece el término "invierno altiplánico", porque llueve en esa zona. En el caso de Arica, este fenómeno está marcado por la bajada del río San José y ese cauce seco es río en verano, incluso era motivo de diversión en los niños de décadas en el siglo XX.
Las lluvias actuales, que llevaron a miles de anegados, casas afectadas y damnificados, ilustra otro problema histórico de la región que se traduce en la mínima preparación de las viviendas para estos eventos, se debe recordar las lluvias de 1987 que dejaron una gran cantidad de afectados y las del 2008 y 2010 que revelan la debilidad de las construcciones sociales de Hospicio, dado que sufren anegamientos en lluvias estivales, que se suman a los socavones.
En Alto Hospicio, la lluvia revela algo que se oculta y que tiene que ver con la historia de la comuna y esa es la realidad de los campamentos y tomas de terreno. La debilidad de un Chile que se viste de OECD con palabras claves de cooperación y desarrollo, demuestra una realidad tercer mundista, tal como la que se ve en las ferias y comercio de ropa usada señalando que no todo es mall, ni edificios de altura. En Tarapacá el desarrollo humano, que es lo que importa en las sociedades, es regular y estos eventos lo demuestran.
La lluvia ataca de madrugada, parece ser la constante, lo mismo ocurrió en Antofagasta en 1991 y en Tocopilla, hace unos días, como en Alto Hospicio e Iquique, lo hace sin avisar, aunque la meteorología anuncie, estos fenómenos son parte de una realidad que es manifiesta, la lluvia extraña de agosto, que es nueva, sigue la ruta de su colega de verano y ante una mínima planificación del riesgo, genera el problema, que es social y como tal gatilla, la historicidad en la población , su recuerdo, su memoria, su identidad y su proyección de cambio.