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Adultos mayores

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En la región existen 38.428 personas mayores que viven en Tarapacá según la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen).

Este grupo poblacional intenta tomar protagonismo en una sociedad que cada día prescinde más de ellos.

Si bien la región resalta con uno de los menores índices de envejecimiento con un 48,9 junto a Antofagasta, al igual que en todo el mundo estos deberían ir en progresivo aumento.

Pese a ello la calidad de vida de los adultos mayores, muchas veces no es la que merecen tras una ardua vida de trabajo. Pensiones que no les alcanzan para llevar una vida en similares condiciones a la que tenían antes de jubilar, sumado a un acceso limitado a la salud, hacen que muchos tengan que pasar vicisitudes.

Incluso en otros casos, donde quienes por diferentes motivos no impusieron regularmente, se deben conformar con una Pensión Básica Solidaria de Vejez de $82.058, lo que para cualquier persona es insuficiente para mantener incluso los gastos básicos.

En este sentido un avance es el proyecto de ley que aprobó la comisión de constitución del Senado que exime de la obligación de cotizar en salud a pensionados mayores de 65 años y que en Tarapacá beneficiará a tres mil personas.

La iniciativa deja fuera a adultos mayores que no pertenezcan a los cuatro quintiles más vulnerables y a jubilados de Carabineros y Fuerzas Armadas, sin embargo para quienes están en situación de vulnerabilidad es muy relevante.

Pero no solo es necesario que el Estado invierta en sus necesidades básicas, debe hacerlos partícipes de la sociedad y entregarles espacios de desarrollo, incluso laborales, que les permitan mantenerse activos.

Este grupo es fundamental a la hora de darle vida a los espacios públicos que las nuevas generaciones han abandonado, tomándoselos y mejorando la seguridad de las ciudades.

Los adultos mayores piden a gritos ser escuchados y es nuestro deber como sociedad abrir esta ventana, ya que la experiencia que pueden aportar es vital a la hora de evitar errores del pasado que se siguen cometiendo.

La entropía en la sociedad chilena

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Existe un sentimiento instintivo en nuestro ADN el cual nos invita a vivir, esta premisa nos hace implicar que en la medida que el entorno ofrezca más garantías sin tener que luchar por la vida tendremos más posibilidades de no tener que enfrentarnos con otros grupos por los insumos.

En la medida además que todos los subconjuntos de un universo, no se vean como unidades y en cambio se vean como partes de un solo gran conjunto, potenciarán sus máximas sinergías para expandirse como "un todo" fortaleciendo los vínculos y por ende convirtiendo las diferencias en encuentros. Frente a esto y abordando el real desempeño de las unidades que conforman la sociedad nos encontramos con otra realidad.

Primero las garantías que ofrece el país no son las ideales y esto hace que grupos de poder se atrincheren a objeto de recolectar la máxima cantidad de bienes, consolidando influencias que en nada aportan a la riqueza. Vemos por ejemplo que un Gral. Contreras se despide sin entregar información vital a familias que aún lo esperan y vemos también como grupos celebran su muerte, en un acto de inhumanidad, como si esos gestos dejaran enseñanzas. Las desconfianzas, las descalificaciones y el individualismo, han ganado batallas, transformando a la entropía como protagonista de nuestro modelo.

Al respecto podemos concluir que Chile vive grandes oportunidades para utilizar la tolerancia como herramienta para combatir la actual entropía, esto no será posible en la medida que las reglas no estén claras y se sigan dando situaciones de abuso, debemos dejar de lado una postura mezquina producto de no visualizar fortalezas en donde a primera vista se ven diferencias políticas o de cualquier tipo. La tolerancia es un acto de amor, que embellece a quien la recibe y a quien la genera.