Es imposible ser mero espectador y quedarse mudo ante un escenario cada vez más complicado en temas económicos, con distintas incertidumbres para muchos sectores. Como gremios se nos hace necesario anticiparnos, ya que al final los que podrían salir perjudicados somos todos: trabajadores, pymes, transportistas, el iquiqueño de a pie, etc., etc.

Hoy nos enfrentamos a un panorama particularmente difícil en el aspecto económico, como región y como país, y lo peor que se puede hacer es pensar que todo está bien. Por eso es que no se trata de ser alarmistas, ni exagerados, ni mucho menos malintencionados, si no que buscamos atención. Nosotros tomamos el pulso a diario de lo que pasa, estamos en terreno con nuestros trabajadores y con nuestros clientes, sabemos dónde aprieta el zapato. Nosotros "pelamos el ajo". Y lo que algunos consideran crítica, no es más que pedir que se pongan en los zapatos de la gente, de las pymes.

El eco del "reclamo" de alguna manera construye y es por esto que felicitamos a los sectores de gobierno que pensaron en las pymes, que vieron necesario "simplificar el proceso de las reformas", cuestión que no se habría dado de no existir el "clamor de tantos sectores".

Es por esto que señalamos nuestra disposición a trabajar para que nuestra economía funcione, ya que queremos lo mismo, que es la grandeza de nuestra región; eso sí, con acciones reales tendientes a mejorar la empleabilidad, potenciando la industria de proveedores locales, apoyando a las pymes y entregando valor a La industria local. No hay otra forma de mejorar en lo social.

Como gremio estamos -como siempre ha sido- dispuestos a trabajar con todos los actores, públicos y privados, para así generar las instancias que sean propicias. Creemos ser parte de las fuerzas vivas de la ciudad por lo que no nos restaremos a la discusión: Hay que estar dispuestos y abiertos a la crítica constructiva, por el bien de nuestro Chile.

Muchas ciudades en Chile quisieran tener la oferta patrimonial que tiene Iquique. Edificios que si bien no tienen tanta data, la mayoría de la segunda mitad del siglo XIX, representan el auge económico derivado de la exportación del salitre y sitios relacionados con la Guerra del Pacífico.

Pese a ellos, es escasa la protección que se les da, motivada por distintos factores, entre ellos una normativa demasiado rígida y que no considera el principal problema. El financiamiento.

El último incendio en la ex Aduana es un ejemplo claro de que un edificio que es considerado Patrimonio Histórico, era utilizado como oficinas municipales, pero sin ningún resguardo que permitiera protegerlo de un incendio como el de febrero pasado.

Pero más allá de la desprotección actualmente está a la espera a que se resuelvan temas burocráticos para iniciar su apuntalamiento, al tiempo que una serie de sismos que afectan a la ciudad en estos días, lo tienen en riesgo de colapsar, al menos en su estructura más dañada.

Pero la ex Aduana no es el único edificio desprotegido, ya que el Teatro Municipal, el que no puede usarse desde el 2012 por el ataque de termitas, entre muchas otras causales, aún espera por el inicio de las obras de restauración, las que han tardado tanto que es posible que cuando realmente se licite la obra los fondos no den con el presupuesto inicial.

Sin embargo el proyecto del Teatro Municipal es innovador en la ciudad respecto a su uso, luego que a diferencia de la utilización de otros edificios patrimoniales, aquí lo que se quiere recuperar es su uso, pero a la vez protegerlo.

Por el contrario el Paseo Baquedano, considerado zona típica cuenta con una serie de restricciones que impiden a los dueños realizar modificaciones en los inmuebles, que hace que sea ocupado principalmente por oficinas y restaurantes, debido a que los costos de habitar en inmuebles de tales dimensiones sean demasiado altos.

Es necesaria una modernización de las políticas públicas respecto al patrimonio, cómo abordamos las restauraciones y su financiamiento, cómo protegemos los sitios y cómo aseguramos que estas tengan un beneficio social.