Chile no es un país para todos
Así por lo menos ha quedado demostrado durante todo este 2015, luego que variados y constantes casos de corrupción hayan puesto en jaque la credibilidad de nuestras instituciones políticas, civiles y eclesiásticas, sumergiendo a los chilenos en un ambiente de profundas crisis y desconfianzas.
Sin embargo, si repasamos la historia, son justamente aquellos momentos llenos de heridas e incertidumbres sociales los que han dado paso a instancias de gran luz. Por ello, hoy resulta fundamental que nuestro país se siente a reflexionar y dialogar sobre lo vivido, para así comprender que estamos en un momento propicio para llevar a cabo aquellos procesos transformadores que nos permitan hacer de Chile un mejor país.
Esta misma perspectiva era compartida por San Alberto Hurtado, quien hace más de 70 años interpeló a la sociedad chilena por las desigualdades que mantenían al 60% de nuestra población inmersa en la pobreza y la exclusión, pero siempre confiando en la idea de que podíamos transformar las crisis de confianzas en oportunidades para lograr que el país fuese de todos.
Es por ello, que cuando ya finalizamos agosto, el Mes de la Solidaridad 2015, nuestra invitación como Hogar de Cristo es a que juntos veamos el actual contexto social de nuestro país como una instancia para aprender a convivir de una manera más sencilla, sincera, humana y fraternal como San Alberto nos convocó. Queremos que Chile se transforme en un país para todos sus habitantes sin excepción, en el que seamos capaces de sentarnos en la mesa y desde allí comenzar a reconstruir nuestras confianzas.