Son varios los temas genéricos que afectan al país y resaltan la seguridad ciudadana, educación y salud. Estos ámbitos son discutidos en el Congreso y son muchas las voces que expresan sus ideas y propuestas e independientemente de que haya avances o éxito en estas materias, existe una amplia tribuna hacia ellos.

Pero hay otro tipo de necesidades que son de una escala más acotada y que tienen que ver con necesidades específicas de las ciudades. Algunos ejemplos en Iquique son la falta de estacionamientos, vehículos abandonados, los problemas de transporte y la negativa de algunos taxis colectivos de llevar a las personas, las calles y veredas en mal estado y la poca cultura que existe para el tratamiento de la basura, por nombrar solo a los emblemáticos.

En este sentido son los gobiernos comunales y regionales los encargados de poner coto a varios de estos verdaderos cuellos de botella que son foco constante de reclamos y molestia por parte de la comunidad.

En este sentido llama la atención que mientras las personas están en una permanente crítica, las autoridades vayan en una ruta contraria. Las ciudades deben ofrecer calidad de vida a sus habitantes y es por lo mismo relevante que quienes las dirigen tengan siempre el mismo norte.

Estar en sintonía con la comunidad fue desde siempre el motor que sustentó a las distintas autoridades de la región electas por voto democrático.

Por ello, no queda más que esperar que reaparezca la sintonía fina entre gobernantes y sus electores, pues de los otros temas, los de nivel país, se deben encargar en el gobierno y el Congreso a la hora de promulgar o crear leyes y administrar las urgencias para su debate, discusión y aprobación o rechazo.

Existe una confusión, que hoy puede notarse entre la comunidad, donde muchas veces las personas votan por el que más ofrece, sin tener claridad de las funciones específicas de cada uno. Un ejemplo de ello es la labor de los concejales, quienes tienen la facultad de proponer y fiscalizar, pero en las campañas aparecen prometiendo incluso obras de infraestructura, que no tienen opción de ejecutar y menos de cumplir. "Al César lo que es del César".

La celebración de las Fiestas Patrias en el norte de Chile, es de suma importancia, dado que en las regiones de frontera, la nacionalidad se refuerza y se utiliza no de la mejor forma el concepto de soberanía, dado que se dice que " se hace soberanía", como antes se decía "hacer patria" al venir o migrar al norte, por tanto, se hace una soberanía desde arriba, es decir, desde el estado, más, no se realiza la soberanía desde abajo, que instaura al pueblo como legítimo soberano, la paradoja es tal, que el 18 de septiembre, se celebra la soberanía desde abajo, porque ese concepto permite que el Cabildo Abierto, tenga sentido, más, es otra de las omisiones de la historia que no son casuales, por lo cierto.

El rodeo de Alto Hospicio, que tiene una data en los noventa, señala el elemento simbólico de chilenidad permanente, a pesar que la localidad se asienta, entre cerros de la cordillera de la costa, se revive una tradición de la zona central y sur, todo ello debido a los inmigrantes de estas zonas, que traen el caballo, el novillo y sus jinetes hasta la sequedad del desierto, si a ello, se agregan los jinetes de Cuasimodo, la constante de tradición trasplantada, se hace evidente.

Además, el norte se hace simbólico, dada la historia de la región, las localidades existen desde "los tiempos del Perú", como decían los iquiqueños antiguos y eso hace que sea un espacio conquistado en guerra, por tanto violento y esto hace que la celebración de la chilenidad se refuerce, porque que se debe chilenizar un territorio que no era chileno y por ello, el recuerdo de lo chileno se hace una dinámica.

"Tarapacá, sabe de nuestro heroísmo", en el himno del regimiento Chacabuco, cantado en las Paradas Militares recientes en Santiago, señala el peso del norte en el mundo militar, a ello, se agrega el 21 de mayo en la Armada y la pertenencia simbólica con el norte se activa. Por ello, el centinela con vestimenta de la guerra de 1879 en el frontis del antiguo Regimiento Granaderos en Cavancha. En tanto, en Alto Hospicio, el primer monolito de la antes plaza del encuentro, era de Arturo Prat.

En la parada militar de Iquique, las tropas entonaron el Himno a Iquique, si reflexionamos, se llegará a la conclusión que la dinámica de simbolismo continúa y en el norte, la frontera, el proceso de hacer chilenos es continuo.