El mar volvió a vestir de gala
El mar en Iquique habrá sabido que ayer en dos países se hablaría todo el día de él producto del fallo de La Haya. Ello porque justo apareció nuevamente de color turquesa en playa Brava, vestido de gala.
El mar en Iquique habrá sabido que ayer en dos países se hablaría todo el día de él producto del fallo de La Haya. Ello porque justo apareció nuevamente de color turquesa en playa Brava, vestido de gala.
En ocasiones me han consultado respecto a la existencia de una burbuja inmobiliaria en Iquique; y en todas ellas mi interlocutor la asume como una realidad, basándose en su percepción de precios caros. Si bien es cierto, una burbuja inmobiliaria se caracteriza por altos precios, no todas las comunas con altos precios de viviendas implican la existencia de una burbuja inmobiliaria. Por lo tanto, precios caros no son sinónimo de burbuja, por más que el término nos seduzca.
Una burbuja inmobiliaria es un aumento de los precios de los bienes raíces en forma desproporcionada respecto a los elementos fundamentales de la cadena de valor; por ejemplo, sueldos, materiales, terrenos, entre otros. Si el precio de los bienes raíces crece en línea con los de algunos de estos elementos fundamentales -los más incidentes- no existe una burbuja.
En Iquique, producto del crecimiento de la población que casi triplicó la media nacional entre 2002 y 2012, el aumento del precio de los terrenos en casi un 500%, períodos de casi pleno empleo en los últimos años; y remuneraciones más altas por la transferencia con el sector minero, inciden como elementos claves en la formación de valor inmobiliario. Por lo tanto, hoy los precios de las viviendas reflejan estos aumentos de factores claves en su estructura de costos.
Asimismo, los arriendos también se han encarecido, de esta manera precio y renta están alineados en una misma tendencia.
Las burbujas inmobiliarias ocurren cuando se construyen viviendas por el mero hecho de generar activos para inversión, más que para un uso real. Lo que ciertamente no es la situación de Iquique, aquí no existen viviendas deshabitadas que se acumulen en los edificios, como si sucedió en España.
El encarecimiento de la vivienda es una consecuencia natural de la escasez de suelo urbano, situación que se ha acrecentado en nuestra ciudad, sobre todo durante los últimos años.
Las encuestas lo dicen y lo reiteran: la aprobación ciudadana a los políticos es baja. Y lo peor es que esas malas notas se traspasan a las instituciones. Así, la nota que se pone al Congreso también es deficiente. Y esta realidad contagia todo el sistema democrático.
Esta pobre apreciación no es un capricho. Es el resultado de una sumatoria de hechos, de situaciones dudosas y criticables. Así, queda al descubierto una verdadera feria donde se transan facturas y boletas "ideológicamente falsas" para financiar políticos. A los de aquí y a los de allá.
Estas situaciones han llegado a los tribunales y las instituciones, en medio de atendibles dudas, han comenzado a funcionar.
Pero hay hechos que están más allá de las leyes, pero que son igualmente graves y añaden leña a la pira donde arde el prestigio de políticos e instituciones. Nada ilegal, pero si alejado de los márgenes morales en que deben situarse los servidores públicos, los designados y los elegidos.
Tal es el caso del senador DC Jorge Pizarro, quien en momentos en que la tragedia azota a la zona que representa, parte a Inglaterra para asistir al torneo mundial de rugby, su deporte favorito.
Como todas las personas es lógico que los servidores públicos tengan aficiones. Puede ser el rugby, el fútbol, la filatelia, el boxeo o el dominó. Pero aquel elegido como representante de miles de personas no debe, en momentos de aflicción de sus representados, priorizar su pasatiempo antes que su tarea.
Es cierto que tras el terremoto y maremoto Pizarro visitó la zona. Pero fue una visita breve, apuradito, mirando el itinerario aéreo. Es real también que los parlamentarios no tienen funciones ejecutivas y que no pueden disponer recursos o ayudas en la zona siniestrada.
Pero hay algo que vale mucho: la compañía a los que sufren, la presencia en medio de las aterradoras réplicas y ruinas; compartir, escuchar en medio del desolador cuadro que día a día nos presentan los medios de comunicación.
El viaje del senador Pizarro no es ilegal, pero si una actitud de frivolidad, en total oposición a la situación de sus votantes. Es otra región, pero Tarapacá sabe de terremotos, tanto geológicos como políticos.