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China: La Antigua Catay

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Catay, es el nombre con que se llamaba a China en los relatos medioevales europeos, entre ellos los viajes de Marco Polo. Esta denominación con ligeras variantes, persiste aún como nombre habitual de China en algunas lenguas como el ruso y el mongol. En el siglo XVII, el misionero jesuita portugués Bento de Goes, demostraría que la China visitada por los misioneros europeos era el mismo país que el Catay de Marco Polo.

China es el país más grande de Asia Oriental como también el más poblado del mundo (cerca de la quinta parte de la población mundial). Su capital es Beijing (Pekín) y la ciudad más poblada es Shanghái. Es el país más grande del mundo en cuanto a extensión territorial, después de Rusia y Cánada. Dentro de su territorio hay distintos paisajes y ecosistemas.

Poco a poco el país se ha ido convirtiendo en una superpotencia mundial. Factor que se ha incrementado en los últimos 20 años.

Las reformas en la política económica auspiciadas desde el gobierno para fomentar la inversión extranjera , determinaron la creación de zonas económicas especiales en la zona costera, que concentró el desarrollo industrial proveyendo el estado grandes inversiones en instalaciones, servicios públicos y creando centros habitacionales para trabajadores, convirtiendo a China en la mayor potencia manufacturera del mundo, sobre todo en el sector de la producción de electrodomésticos y textiles. Se calcula que el 25% de todos los bienes manufacturados del mundo se produce en China.

En la lengua clásica de la época Zhou, en el I milenio A de C, se escribieron los grandes textos del pensamiento chino antiguo, como los Analectas (compendio) de Confucio, el libro de Mencio o el libro de Zhuangzi. Estos y otros recogen las ideas morales y religiosas que han influido en el desarrollo de la sociedad china hasta la actualidad y que se ha ido trasmitiendo de generación en generación.

En nuestra ciudad, los antiguos chinos cantoneses, que hicieron de Chile su segunda Patria, legaron a sus hijos y descendientes grandes principios morales, que han sido la base de sus vidas. Orgullosos de su sangre, en octubre, se aprestan a celebrar el mes de China, en que recuerdan sus raíces y la maravillosa cultura de más de 5 mil años de la antigua Catay.

El potencial de los cielos

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Gran interés generaron esta semana dos informaciones del ámbito astronómico, como fueron la denominada Súper Luna y el hallazgo de agua en estado líquido en el planeta Marte.

¿Qué tiene que ver esto con Tarapacá?, lamentablemente muy poco. Ello porque más allá de poder ver el eclipse lunar en el interior de la región, pues en el sector costero el fenómeno casi no se vio dada la alta nubosidad existente en la noche del domingo y madrugada de lunes, esta no tiene ningún observatorio o proyecto afín como si existe en Antofagasta.

Es cierto, para ver la luna no es necesario un potente telescopio y menos un complejo sistema de interferometría como existe en Cerro Paranal en la Segunda Región, pero lo importante es el interés que genera y las condiciones y potencialidad que existe.

Más de una vez hemos escuchado, incluso en campañas políticas, el discurso que afirma que es importante aprovechar la limpieza de los cielos del interior en Tarapacá, pero luego existe el ofrecimiento de un planetario, que es un domo cerrado donde el cielo no se ve.

La astronomía es un nicho no explotado en Tarapacá, que es utilizado también en el ámbito turístico y principalmente en el científico, que genera fuentes laborales y moviliza grandes capitales, principalmente extranjeros.

La idea de fomentar la construcción de observatorios, difundiendo entre la comunidad científica las bondades propias de la región y sus limpios cielos, podría convertirse en una interesante oportunidad de desarrollo.

Pero no se trata solo de decretarlo o en buen chileno "se pensó y se hizo", sino que para ello debe haber una estrategia de desarrollo regional que aborde este tipo de temas, pues sería importante pensar en bajar el nivel de contaminación lumínica que hay en la región.

Este es solo un ejemplo de posibles iniciativas que podrían servir para darle continuidad a una región que está acostumbrada a sobreponerse a complejos escenarios económicos.

Tiempo para prepararse todavía queda, pues no solo de pan vive el hombre ni de cobre el tarapaqueño.