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Recuperar el prestigio de la política

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La publicación en los medios de comunicación de los resultados de las últimas encuestas, evidencia la magnitud de la crisis política que se vive, en esta y en las distintas regiones del país.

Esta muestra permite evidenciar, a lo menos tres realidades:

Primero, la mal llamada "clase política" no sólo está desprestigiada, sino que reblandeció y desprestigió, una importante actividad de servicio público. Recuperar el necesario prestigio de la política, una actividad noble y necesaria, será tarea difícil.

La segunda constatación, es que quienes creemos firmemente en el servicio público, al servicio de la ciudadanía y del interés general de la nación, debemos comenzar desde ya la tarea de incentivar a la ciudadanía a impulsar cambios en la elección mas consciente de sus representantes.

En tercer lugar, solo la ciudadanía, con sus votos pueden y deben ser los llamados a realizar los cambios, exigiendo de sus futuros representantes, conductas éticas y morales acordes con sus cargos y, por sobre todo "votando" por conciencia, no por dádivas ni por imágenes, casi faranduleras que se observan en las campañas.

Juan Luis Castillo Moraga.

Contaminación acústica

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Durante todo el día, el pasado domingo 4 de octubre hemos sido torturados por una banda instalada en la mitad del paseo Cavancha.

Vivimos a un kilómetro de la infernal banda, en la manzana Hernán Fuenzalida, Juan Martínez, Tomas Bonilla y Arturo Fernández, que contiene cinco edificios de departamentos.

Desde la 10 de la mañana hasta las 21.30 horas se ha permitido que esta banda toque una música indescifrable de gritos y ruidos y, lo que hacen los grupos de impericia musical, transmiten a gran volumen en especial de los bajos, haciendo además vibrar los vidrios de nuestras viviendas.

Imposible descansar durante nuestro día de descanso y produce una sensación de frustración ante la actitud de la autoridad policial.

Es decir, se comete otro atropello más a nuestras vidas. A la basura de las calles, ahora hay que agregar los ruidos, autos y motos sin silenciador, helicópteros a baja altura, bandas imposibles.

Y no se puede hacer nada ya que, según la policía, cuenta con autorización municipal. Pero la municipalidad, que tiene definido los decibeles que significan ruidos molestos, autoriza y no controla el ruido. ¿Quién debe medir el ruido? ¿La Seremi de Salud?. Solo nos queda el derecho de pataleo.

Dr. Jorge Soto Silva.