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El Señor de los Milagros une a chilenos y peruanos

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Octubre es el mes morado en Perú, cuenta Jonathan Garay, peruano de 25 años residente en Iquique, mientras decora un altar al Señor de los Milagros con globos y telas de color blanco y morado, junto a un arreglo floral y dos cuadros del Cristo crucificado. La imagen original está en una iglesia de Lima, de donde es originaria la tradición religiosa.

Este domingo, la Catedral de Iquique se llenó tanto de peruanos como de chilenos, quienes celebraron al Cristo en una misa y luego en una procesión que llega hasta la capilla de San Patricio, donde está la ermita del Señor de los Milagros, pasando por altares que son bendecidos y que los creyentes instalan. "El recorrido pasa mayormente por los locales peruanos. También hay en Antofagasta. En Santiago es mucho más. En Perú pasa por todas las calles de Lima, Arequipa, pero en Lima es la fiesta central, es inmensa... inmensa", relata Jonathan, quien heredó la tradición católica desde sus tíos.

El joven peruano cuenta que gracias al Señor de los Milagros se ha visto beneficiado no solo en el aspecto económico, sino también en su salud y la de su familia.

Pero la fiesta se ha enraizado entre los propios iquiqueños. Walter Molina, de 47 años, es chileno y dirigente dentro de la hermandad.

"Tengo conocimiento de que esto lleva más de doce, trece años. Yo llevo activo tres años trabajando en la fiesta. Como aquí hay muchos residentes peruanos ellos quisieron celebrar su fiesta acá y hacerlo entre peruanos y chilenos, todos juntos. La idea es que seamos un solo creyente en Dios e ir con él para adelante", manifiesta el hombre, mientras espera la salida de la imagen de Cristo desde la Catedral de Iquique.

"El Señor me llamó a esto. No es necesario ser peruano o chileno. Es lo que uno siente dentro. Soy católico, creyente. Me gusta sentir y llevar al Señor en mis hombros. No hablo de dinero, sino de salud y por mi familia, salir adelante y seguir caminando", dice Walter entre incienso, colores morados, una banda de bronce traída desde Tacna, los Amautas, y distintos símbolos de la imagen.

El frontis de la Catedral se transforma entonces, en un lugar de fiesta con bailes típicos de Perú, así como la entonación del himno peruano y de la propia canción nacional.

Pilar Vásquez de 74 años, llegó desde Arequipa y se dedica a vender artículos religiosos, rosarios, banderines, cordones, cuadritos, cadenas, detentes. Todo para la festividad.

"El Señor se venera en la capital de Perú y el 18 es la fiesta principal, una procesión grande donde se camina de noche y de día. Viene gente de todos sitios a visitarlo porque es milagroso. En Iquique lo celebran todos los peruanos", asegura Pilar desde la pequeña mesa donde ofrece sus productos.

La mujer, quien cuenta que al Cristo también se le conoce como el Señor de Pachacamilla, explica que, si alguien quiere pedir un deseo, lo importante es hacerlo con fe.

HERMANDAD

Entre las autoridades más fieles al Señor de los Milagros, quizás la más conocida está en la figura del consejero regional Iván Pérez, quien todos los días paga una manda vistiendo prendas moradas, incluso cuando asiste a sus actividades en el Consejo Regional de Tarapacá.

"Cuando comienza el día, yo siempre me encomiendo al Señor para que me ilumine y me ponga, en mis decisiones, a favor de la gente y no en beneficio personal, sino de todos. Cuando se enfermó mi madre yo dije que iba a cargar su color y así lo he hecho hasta este momento", recuerda el consejero, quien inició su devoción junto a la hermandad peruana en la población Rubén Godoy.

El cónsul de Perú en Iquique, Gonzalo Ciesa, quien reside en la ciudad desde 2012, detalla que la devoción nació en el siglo XVII, cuando los españoles aún ocupaban los territorios limeños.

"Esta fe católica tiene muchos siglos arraigada y ha trascendido fronteras en comunidades peruanas de todo el mundo. Iquique no es la excepción. Hace aproximadamente unos 18 años se fundó la Hermandad del Señor de los Milagros, un motivo de unión entre peruanos y chilenos", expresa.

"Es digno de admirar cómo una tradición católica trasciende las fronteras naturales y va más allá. Los devotos no solo son peruanos, sino también chilenos, bolivianos y de todas nacionalidades. Eso nos hace sentir muy orgullosos de ser peruanos y de tener algo en común con nuestros hermanos chilenos a través de la fe", reconoce el diplomático. J