Feriantes de Thompson se niegan a desaparecer
Ubicadas en calle Thompson, entre Juan Martínez y Amunátegui, los centros comerciales del sector en la década de los 80 y 90 atraían todas las miradas de los iquiqueños.
La Feria Coliseo y Modelo marcaron presencia a fuego en los habitantes de la ciudad por su variada oferta de objetos que se ofrecían.
En un recorrido, por los ahora vacíos pasajes, nos encontramos con el nostálgico relato de Clelia Escobar, que lleva 30 años en el lugar.
"Antes no se podía andar, la gente pasaba de lado y pedía permiso. Lo que andabas buscando lo encontrabas acá", cuenta la locataria quien agrega que tenía clientes de todo Chile, en busca de mercadería única en el país.
"De Santiago, Concepción, Antofagasta, Tocopilla y varias ciudades más que no recuerdo, venían por nuestros productos. Vendíamos por caja, desde artículos de casa hasta herramientas. Ahora por suerte vendo un paquete de pilas", detalla con resignación.
Gladys Astudillo Heredia trabajó seis años en su local en la Feria Coliseo antes de su incendio en el año '83. "Para un Año Nuevo se quemó casi toda la feria, con poco y nada nos instalamos en el colegio Santa María, ahí estuvimos un tiempo. El señor Peirano, dueño de la Feria Coliseo, comenzó a hacer la Feria Coliseo 2. El que tenía plata se pudo instalar en esta feria", recuerda la locataria quien además manifiesta que las familias iquiqueñas enteras se acercaban al sector como punto de encuentro.
"En esos años no habían tantas ferias, no estaba la Monumental ni la Persa. La gente venía por sus artículos de hogar, loza, herramientas, ropa para los niños del colegio, hasta sus cuadernos, según la fecha que tocaba en el año era lo que se vendía", recuerda Astudillo.
La remembranza de aquellos tiempos también los hace Verónica López, una mujer que cuenta con 18 años en Feria Modelo. Desde su local de siempre expresa que "los turistas que venían antiguamente a la feria, ahora vienen a ver el actual estado en el que está y les da mucha pena", cuenta la comerciante, quien adiciona que tenía clientes que llegaban a hacer sus pedidos desde Valparaíso y otros sectores del país en busca de la exclusividad de los artículos.
"Se acercaba el período de la Navidad y el público se hacía sentir, se convertía en la Zofri chica. La ropa nacional era una de los artículos que más se compraban para regalo. La pascua, las Fiestas Patrias, el Año Nuevo y los cumpleaños eran principales motivos para venir a comprar", relata Gladys Astudillo con cierta emoción.
PROBLEMAS
Los laberintos llenos de toallas, sábanas, vestimentas, loza, cassettes, artefactos electrónicos fueron desapareciendo con la llegada de las grandes tiendas a Iquique.
"Tantos años de abundancia fueron declinando a fines de los años '90. Se establecieron los grandes supermercados y tiendas en general haciendo reventar los precios. Fueron aumentando también la cantidad de ferias, quitándonos la exclusividad de las cosas que vendíamos", explica Escobar.
La locataria añadió que los horarios de apertura del recinto comercial no son como antes, por múltiples factores: "A las 9 de la mañana ya teníamos abierto y cerrábamos a las 11 de la noche. Criamos a nuestros hijos en este lugar. Ahora gracias a la delincuencia y a la venta de droga la gente fue desapareciendo aún más de este sector. Ahora después de 30 años, no me alcanza ni para pagar el arriendo".
Carlos Alarcón, coordinador de la Feria Coliseo, explica que el aumento del arriendo ha sido injusto de acuerdo a lo que se vende en la actualidad.
"Yo llegué en el año '98 a esta feria y veías que se vendía de todo. Ahora en su mayoría la gente vende pura ropa. El comercio ambulante ha sido perjudicial para nosotros, ellos no pagan impuestos ni patentes como nosotros y poco los fiscalizan. No estoy en contra de ellos porque hay espacio para todos", señala el comerciante, quien también recalca que las oportunidades deberían ser parejas para todos los comerciantes, ya que "todos tenemos hijos a quien mantener".
Gladys Astudillo expresa además que tiene 80 años de edad y que continúa trabajando. Asegura que su pensión de $120 mil no le alcanza, por lo que seguirá trabajando hasta que no le den las fuerzas junto a su marido. "Ojalá la Municipalidad de Iquique nos ayude un poco para poder controlar un poco más a los ambulantes. Por ejemplo yo vendo 5 pares de calcetines por $1.000, mientras que en la calle los ambulantes venden 10 pares por el mismo precio. Necesitamos un poco más de ayuda", considera.
UN "CARIÑITO"
Cerca de estas clásicas ferias, crecen nuevos negocios que han captado con el tiempo el flujo de público.
"La gente está prefiriendo venir a un solo local grande a comprar los productos. Las antiguas ferias ofrecían de todo, pero ahora nosotros ofrecemos más de 5 mil productos en un solo lugar", comenta Jorge Siau, encargado de El Búho, uno de los locales que ofrece esta variedad de servicios a los clientes.
El comerciante agrega que ofrecen lo que las grandes tiendas les venden y que esos productos se van con rapidez. "Los tiempos han ido cambiando y las exigencias del público van creciendo", enfatiza.
Pese al paso del tiempo y las preferencias de los clientes, Carlos Alarcón dice que las ferias establecidas siempre van a estar vigentes, ya que el trato con las personas siempre será distinto respecto a las grandes tiendas.
"Nosotros los dueños manejamos los precios y siempre le hacemos un 'cariñito' con los precios. En las otras tiendas, el descuento ya está y el vendedor nada más puede hacer", argumenta.
Las tradicionales ferias acumularon historias de todos los iquiqueños, por ello sus comerciantes abren sus locales todas las mañanas para que una parte de la ciudad no sucumba ante el paso del tiempo. J