Alcalde se puso "casco blanco"
Ayer Jorge Soria se trasladó hasta Playa Brava para supervisar las obras del paseo. Se instaló con toda la oficina en un container e incluso se llevó para allá a su secretaria.
Ayer Jorge Soria se trasladó hasta Playa Brava para supervisar las obras del paseo. Se instaló con toda la oficina en un container e incluso se llevó para allá a su secretaria.
Helados, jugos y bebidas fueron la tónica ayer en Iquique. El calor si que se hizo sentir y a varios los pilló desprevenidos y sin protección solar. Es muy importante, especialmente con los niños, el poder cuidarse de los rayos del sol.
El bochorno del viaje de Sergio Jadue a Estados Unidos, afirmando que se iba de vacaciones, pese a estar bajo sospecha de enriquecimiento ilícito, sobornos, evasión de impuestos y manejo de activos en paraísos fiscales, debiera hacernos reflexionar sobre el modelo de sociedad que construimos y qué costos estamos dispuestos a asumir en pos de lo que, al menos hasta este minuto, hemos entendido como sinónimo de la palabra éxito.
Hace poco tuvo lugar una sana y valiente discusión interna en una de las principales universidades de este país -de corte religioso, para más señas- sobre el perfil de empresarios y gerentes egresados de sus aulas, muchos de los cuales terminaron envueltos en sucesos de alta connotación pública -y no precisamente por su exacerbado nivel ético (casos Penta, Cruzat, Bilbao, colusión de los pollos, etc.)- y de qué manera el que algunos hayan tomado atajos pudiera tener una corresponsabilidad social y académica de un país que en algún minuto decidió que el dinero y el poder formaban parte integral del marco valórico de nuestra sociedad.
Ante esta realidad, donde se pagan cuantiosos bonos a ejecutivos por la consecución de resultados, ¿es posible apuntar con el dedo a quienes buscan aprovecharse de cada oportunidad para obtener réditos financieros?
La respuesta a tal pregunta debiera ir necesariamente acompañada de una fuerte autocrítica sobre cuánto aportó nuestra sociedad -con malentendida tolerancia, con silencio y, más triste que eso, con miedo- a crear sujetos como el de la lastimosa figura que esta semana se embarcó rumbo a Miami sin fecha de regreso y entre rumores de que deberá pasar el próximo lustro sujeto a una tobillera electrónica. El fútbol, como la venta de pollos, el negocio del papel confort, o el pago de cuentas por Internet, es una actividad que hay que cuidar a como dé lugar y de la cual es necesario erradicar cualquier asomo de mentira.
Será sano para la sociedad darle mayor importancia a la ética, una palabra que cada vez se escucha menos y que no hace tanto tiempo era relevante.
No ha sido hasta el momento una buena temporada para el CDI, pero de ganar el clásico de hoy ante San Marcosy rescatando algunos puntos más en las próximas fechas se puede salvar el año pues urge sumar en la tabla.
Los poetas que habitaron la ciudad en la década de los 80, se las arreglaron para dejar constancia de su existencia, sus dolores y anhelos. Para ello rayaron hojas, más no paredes (eran tiempos duros), publicaron en hojas mimeografeadas y en los pocos micro-medios que circulaban por ahí. La gente de la Agrupación Cultural Tarapacá, el Comité Permanente de Solidaridad, la Comisión de Derechos Humanos, el Ciren, la Agrupación de Presos Políticos, la Comisión de Derechos Humanos, entre otros, daban sus espacios para cultivar el arte poético como forma de protesta.
Los poetas de esos entonces cultivaron la pena y la rabia como quien masca chicle. Se reconocían al tiro. Se miraban a los ojos y la poesía se hacía carne como verbo que es. Hablo de Ayala, Rojas, Aracena, Ceballos, Ross-Murray, "Pichón" Taberna, Cecilia Castillo, entre tantos otros, que creían que "la poesía era una arma cargada de futuro", tal como lo había escrito Gabriel Celaya.
Estos poetas que reportaron las noches de bohemía, leyeron a Mario Benedetti, Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Raúl Zurita, entre otros cuyos nombres olvido. Escuchaban a Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Pablo Milanés y a Paco Ibáñez, sobre todo "Las palabras para Julia". Y como el humor era cosa seria se deleitaban con Les Luthiers. Alfredo Zitarrosa, les recordaba que siempre hay un violín que toca Becho.
Luego de ver los videos del Ictus en el Ciren/Crear, se iban al Wagón, a aquel del puerto, que abrió sus puertas un otoño del año 1983, y que en su noche tímida de apertura, tuvo como invitado al Blacky y a Osvaldo Torres. Esas noches aún viven gracias a la buena memoria de Luchito Aguirre y del pelao Gavilán. Cecilia Castillo, seria como siempre, pensaba en la poesía y en el bolero. Pobresía, la hoja de Ayala circulaba como panfleto, sin serlo. De vez en cuando desde María Elena se dejaba caer Hernán Rivera Letelier y leía sus poemas y pomadas. Todo estaba en contra de esos magos, menos la esperanza que soplaba con viento a favor. Viejos están esos vates hoy, pero siguen manteniendo el rictus poético y cierto aire de tristeza al caminar.