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Urgen medidas para la congestión

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Tarapacá es una de las regiones del país con mayor número de vehículos motorizados por habitante. En efecto, los antecedentes establecen que con una población de 286.105 habitantes, el parque automotor supera los 118 mil rodados.

Se trata de una situación que genera una serie de dificultades, sobre todo si se considera que casi la totalidad de estas máquinas circula de forma permanente por las comunas de Iquique y Alto Hospicio, comunas que carecen de una infraestructura vial que responda a los reales requerimientos de tránsito.

El desarrollo económico del país ha generado que un mayor número de personas logren acceder a un crédito automotriz, lo que sumado a los beneficios tributarios de la zona franca ha disparado la venta de vehículos nuevos y usados.

El uso indiscriminado del automóvil, las calles estrechas y la falta de estacionamientos están generando serios problemas en los desplazamientos. Tal es la magnitud del problema que ya no parece exagerado hablar de un colapso, sobre todo en las principales arterias del sector centro.

En ese contexto, hoy es habitual encontrarse con conductores que estacionan sus vehículos en zonas prohibidas, incluso sobre veredas, frente a portones o en espacios reservados para personas con algún grado de discapacidad, mujeres embarazadas o de la tercera edad. Dicha situación no solo es materia de comentario en los distintos medios de comunicación, sino que ha comenzado a ser denunciado a través de las redes sociales donde es habitual encontrarse con imágenes que dan cuenta de la imprudencia de cientos de automovilistas.

Entre otros inconvenientes, esta situación está generando que aumente el riesgo de accidentes y se obstaculice el paso de los peatones.

Si bien muchos solicitan incrementar las fiscalizaciones y buscar incentivos que motiven el uso de la locomoción colectiva, parece necesario que -aunque parezca impopular- las autoridades evalúen la aplicación de la restricción vehicular, ya que es evidente que se trata de un problema que irá en aumento.

Vienen los chilenos

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La famosa novela de Guillermo Thorndike, Vienen los chilenos (1978) es pertinente para señalar la ocupación de Iquique el 22 de noviembre de 1879, sin embargo ésta fecha, es casi desconocida por los iquiqueños, dado que el simbolismo chilenizador no se esforzó en ella, sino en los hechos del 21 de mayo de 1879.

Los sucesos del hundimiento de la corbeta "Esmeralda" fueron el ícono guerrero del sacrificio y del afán chilenizador de las nuevas tierras del norte conquistadas al Perú.

Ahora, se hace interesante notar que la celebración de la ocupación de Iquique, es ligada al gobierno comunal y la explicación del porqué de ello emerge porque la ocupación chilena se hace real cuando se establece un gobierno local, convocada por el primer comandante general de Armas de Iquique Patricio Lynch. Este gobierno local, lo componen el cuerpo consular avecindado en la ciudad, siendo el primer alcalde, el cónsul de Francia Eduardo Lapeyrousse y una junta vecinal que es compuesto por 9 personas, todas del cuerpo consular, por tanto la llegada de los chilenos se hace manifiesta con la instauración de un poder local, que es multicultural que demuestra el sello de la ciudad, hasta la actualidad.

A la vez, esta fecha es la expresión del Día de Iquique, desde la llegada del Estado chileno que lo hace delegando una función de orden al cuerpo consular. Por ello se confía en la neutralidad y en lo que preocupa a estos vecinos, principalmente comerciantes que es el orden, dado el temor a los saqueos que recuerdan en los europeos, la comuna de París, es decir al pueblo alzado contra los ricos.

Es pertinente que la Ilustre Municipalidad de Iquique, recuerde oficialmente ese día, por ser su origen y por ello, existe salas en lugares municipales con el nombre del primer alcalde. Además, los desfiles oficiales, no sólo contemplan a las FFAA y de Orden, sino también a las organizaciones sociales y un hecho no menor, en esta constante histórica es la presencia de las compañías de Bomberos, cuerpo de orden que se componía de extranjeros, principalmente europeos en relación directa con la primera junta local.