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La historia de superación del pequeño Mario y su lucha contra la adversidad

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Mario Escobar es un niño de 12 años, de risa fácil y bueno para posar en las fotografías. Nada hace pensar que hace siete meses se sometió a una compleja operación de la médula espinal, convirtiéndolo en el primer niño en la región en acceder a esta intervención, denominada rizotomía dorsal selectiva.

Esta semana retornó a Iquique tras pasar casi un año en Santiago. "Sentí que estaba vivo y que no estaba soñando... Estaba aburrido porque había un niño pesado", expresa inocentemente sobre qué sintió al volver a su ciudad, donde entre otras cosas extrañaba jugar con sus primos y compartir con sus compañeros del Escuela Francisco Forgione.

Su madre Karla Álvarez, explica que tenían que pasar un año en la Teletón de Santiago, pero Mario avanzó más rápido de lo esperado. "Le dijeron que si ponía empeño (en la rehabilitación) podría estar acá antes de la Navidad y se puso contento porque yo le había contado que la Navidad en Santiago no era como acá porque a él le gustan los carros", relata su madre.

Ayer fue su primer día de rehabilitación tras su retorno a Iquique. Su madre lo mira con orgullo, mientras se apoya levemente en las barras para caminar, esto porque desde su nacimiento nada ha sido fácil. Con tan solo 16 años, Karla tuvo un parto prematuro y un lapidario diagnóstico de parte del médico. "Me dijo -sabes cabrita, no te hagas ilusión con la guagua, la guagua no va sobrevivir".

Mario vino al mundo y pasó los primeros días conectado a un ventilador mecánico. Una parálisis cerebral dejó como secuela que sus músculos se contrajeran constantemente, lo que le provocó problemas para desplazarse.

"No quería aceptar su condición, que no aprendía a caminar, decía- es que es prematuro", relata Karla. Una coraza que se derrumbó cuando nació su segunda hija, quien aprendió a caminar a los 10 meses, pero Mario no.

Lejos de echarse a morir se impuso la tarea de que Mario no tuviera limitaciones en la vida.

"Mi familia nunca le puso límites, aprendió a caminar a los 4 años y medio. Si lo hubiéramos tratado como "pobrecito", quizás nunca habría caminado", reflexiona esta joven de 28 años, quien resalta a sus padres y hermanos, como claves en la rehabilitación de su hijo.

"Mi papá si veía alguna cosa en la Teletón, se la hacía de madera, a su medida", relata con un brillo en los ojos. En tanto sus hermanos se empeñaban en rehabilitarlo a como diera lugar.

Como ejemplo evoca cuando Mario era bebé y junto a varios primos compartían un corral. A medida que pasó el tiempo, todos aprendieron a salirse de él, menos Mario.

"Un día él me estiró los brazos para que lo sacara y yo lo iba a sacar y mi mamá me dijo- no, déjalo ahí, que salga solo, él puede- me dio pena, pero tenía razón porque él se estiraba hasta que se salió", recordó su madre.

Otra experiencia que le tocó vivir recurrentemente era cuando salían a la calle y Mario se caía por sus dificultades para caminar. "Yo no lo levantaba, esperaba que el se apoyara en mí y se parara. Varias veces hubo gente que me dijo que era mala porque no lo levantaba", recuerda Karla.

Y así fue la dinámica de la familia, tratarlo igual al resto, tanto así que Mario aprendió a andar en bicicleta. Con sus primos se motivó a hacer body y un tío lo llevó a practicar judo porque se trata de una familia de deportistas.

"Yo al principio no quería y mi hermano me dijo- qué pena que ni tú misma creas en tu hijo", eso la remeció por lo cual accedió.

Rizotomía

Así transcurría la vida de esta aclanada familia compuesta por Karla y sus tres hijos, además de sus padres y ocho hermanos, quienes siempre se hicieron cómplices en la rehabilitación de este pequeño amante de los deportes.

Esto siempre conscientes que la condición de Mario podía empeorar con el tiempo, ya que los músculos se contraerían aún más y sus rodillas se torcerían aún más.

Esto hasta que un día una antigua médico tratante Nidia Herrera, que se había trasladado a la Teletón de Santiago, contactó a Karla y le comentó sobre esta pionera cirugía que recién se estaba implementando en Chile, que consistía básicamente en "desconectar" algunos nervios que contraen los músculos, lo que provoca los problemas para caminar.

De eso pasaron tres años, dado que Mario debía alcanzar una estatura ideal y sortear una exhaustiva evaluación, tanto de él como de su familia, ya que posterior a la operación, se requiere de una larga rehabilitación, que exige un fuerte compromiso de la familia y su entorno, ya que prácticamente debe aprender a caminar, pero esta vez con músculos que funcionan de forma correcta.

Este proceso lo explica Loreto Fredes, kinesióloga del Instituto Teletón Iquique, que atiende a Mario desde que tenía 1 año.

"La rizotomía corta ciertos fascículos nerviosos, que hacen que esta información de la contracción no llegue al cerebro, por esto los músculos ya no están tan apretados y puede bajar el pie y caminar de una forma más tradicional".

La profesional precisó que esto es solo un paso para su mejoría, ya que se requerirá de una constante rehabilitación y de un apoyo integral de su familia que se comprometa con su bienestar físico y espiritual.

"Va tener que trabajar con todo su cuerpo porque el como tiene 12 años su cerebro se acostumbró a una mecánica del movimiento".

Un desafío que su madre está dispuesta a enfrentar, pese a todas las dificultades.

"Él me ha enseñado cosas a mí, que los grandes (adultos) somos los discapacitados", reflexiona Karla, en atención a la mirada compasiva de la gente hacia las personas con capacidades diferentes.

Finalmente agradeció a todos quienes la han apoyado en esta tarea de lograr que su hijo obtenga la mayor independencia. J